jueves, 30 de octubre de 2008

EL ARCANO ETRUSCO

Esta semana ha sido noticia el dispendio de dos millones de sestercios del erario realizado por el gobernador de los etruscos para arreglar el palacio en que ejerce sus funciones. Y hay que decir que tanto los ciudadanos etruscos como los del resto de Roma se han alarmado por lo excesivo de este gasto realizado a sus expensas, y más aún cuando se han enterado de que medio millón de esos sestercios se han dedicado, exclusivamente, a la compra de mobiliario del despacho del gobernador, es decir, una silla aquí y un triclinium allá. Y como, a fin de cuentas, son los ciudadanos los que proporcionan, no sólo el oro para el fisco, sino también sus votos en los comicios, la portavoz de finanzas del Emperador, pues hay que decir que el tal gobernador de los etruscos es de su misma facción, ha tenido que salir a dar explicaciones. Y así, actuando como un oráculo al que los dioses estuvieran poniendo palabras extrañas en la boca, ha dicho que esos gastos no son más que “el chocolate del loro”.

Y si con esto pretendía tranquilizar a sus oyentes, hay que decir que los ha dejado aún más intranquilos, porque ellos creían que se estaba hablando del gobernador y de sestercios, y, al no saber qué es chocolate y qué es loro, dudan sobre el sentido que debe darse a esta misteriosa revelación. Y hay algunos eruditos que se han apresurado a dar una interpretación mitológica, diciendo que el loro, como el alacanto, es una mítica ave que se alimenta de oro, estando éste alegóricamente representado por el chocolate. Y según esta interpretación, las palabras de la portavoz de finanzas del Emperador serían meramente descriptivas aunque simbólicas, pues estaría limitándose a decir que el actual gobernador de los etruscos es, en realidad, un pájaro legendario que se dedica a engullir oro proveniente del las arcas públicas.

Pero hay otros que sostienen que con lo del chocolate y el loro la portavoz délfica estaba queriendo hacer referencia a que esa cantidad utilizada por el gobernador es, en realidad, insignificante en relación con el total de dinero público que maneja, por lo que no hay razón para hacer tanto ruido. Pero, si se piensa bien, esto no hace más que empeorar el asunto, pues debemos tener en cuenta tres cosas. En primer lugar, que si para realizar una tarea elemental como es el decorado de su despacho, el gobernador emplea una cantidad, digamos, cincuenta veces superior a la que usaría un ciudadano común, resulta que su capacidad como gestor y mandatario de los ciudadanos es muy deficiente, lo que es motivo suficiente para alarmarlos. En segundo lugar, que puesto que, efectivamente, ese gasto que ha salido a la luz representa una fracción mínima del total manejado por el gobernador, los ciudadanos podrían estar tentados de extrapolar este despilfarro detectado, desde la fracción al total, y entonces la preocupación crecería aún más. Y en tercero, que, puesto que ni el gobernador ni la portavoz encuentran preocupante el dispendio realizado, esto quiere decir que su sensibilidad a la hora de manejar el dinero encomendado por los ciudadanos es aún más deficiente que su capacidad como gestores. Esta interpretación, por tanto, podría considerarse profética, pues estaría destinada a revelar, aún de un modo tortuoso, la escasa idoneidad del gobernador, y de la propia portavoz, como mandatarios de los ciudadanos.

Y sin embargo los políticos parecen haber cobrado afición a este argumento del chocolate y el loro. Y hoy mismo Lammunar, cuyas hazañas son tales que también parecen mitológicas, ha declarado que el hecho de que el portavoz del gobierno de las ínsulas, perteneciente a su facción, esté siendo atendido por los tribunales y, previsiblemente, vaya a dar con sus huesos en el ergástulo, también es un asunto de importancia menor.

viernes, 17 de octubre de 2008

LOS ILLUMINATII

Y es sabido que existe una secta secreta en Roma cuyos miembros, que aparecen esporádicamente entre nosotros, se ven a sí mismos permanentemente alumbrados por un rayo de luz proveniente de los cielos que los diferencia de los demás mortales, por lo que son conocidos como los illuminatii. Los illuminatii conciben el mundo como un gigantesco escenario dispuesto por los dioses para su personal lucimiento. Pero a diferencia de los ordinarios escenarios de los teatros, en los que el público se sitúa en sus escaños, separado de los actores por la orquesta y el proscenium, en el escenario de los illuminatii no existe una separación entre éstos y el público, sino que éste queda integrado en la función. Y de este modo el espectador queda integrado en el coro y condenado a vagar siguiendo las ocurrencias del illuminatus de turno, ya opte éste por la comedia o por la tragedia, y sin la posibilidad de levantarse y marcharse a su casa si la representación no es de su agrado. Porque estos espectadores devenidos coro son personajes completamente irrelevantes en la obra representada por el illuminatus, y eso a pesar de que éstos acostumbran a declamar, con sonoras voces, que el motor de sus actuaciones es, precisamente, el interés del coro. Pero, lo cierto es que éste carece de importancia en la trama diseñada por el illuminatus, por lo que sus integrantes se ven obligados a deambular por el escenario siguiendo las circunvoluciones del aquél hasta que finalmente cae el telón, lo que con frecuencia ocurre sobre sus cabezas.

Así pues, la realidad que rodea a los illuminatii es un mero decorado, y eso trae consigo dos consecuencias. La primera, que cuando el público se asoma detrás de ella comprueba, con sorpresa y desilusión, que no hay nada, pues todo el esplendor del illuminatus se reduce a armazones revestidos con vistosas telas. Y la segunda, que, como los illuminatii entienden que toda la realidad es decorado, acostumbran a mostrar un olímpico desdén hacia los desperfectos que sus actuaciones ocasionan en ella. Y así, por ejemplo, hubo hace unos años hubo un famoso illuminatus, que con sus enérgicas actuaciones acostumbraba a devastar aquello por donde pasaba, pero aquellas fueron tan impactantes que aún hoy la gente utiliza su efigie para decorar sus clámides. Y también hay quien afirma que el propio Emperador es también uno de estos illuminatii.

Y hoy ha hecho acto de presencia un nuevo illuminatus en el foro, que interpreta su papel disfrazado de iudex. Y parece que la tragedia que se propone protagonizar convertirá a Roma en un escenario abundante en tumbas abiertas, huesos removidos y rencores resucitados, pero él se deslizará por encima de él elevado sobre unos coturnos y declamando frases solemnes con voz chillona, para terminar alcanzando la gloria en las lejanas tierras del norte, allá donde habitan los variegos. Y de momento, el programa de la obra ya ha provocado que parte del público tenga que pasar por el vomitorium.

martes, 30 de septiembre de 2008

EL FISCAL PARTICULAR

El leal Cánido Conde Pompilio, acusador particular del Emperador, subió ayer a la tribuna frente a un grupo de iudicis y les dedicó un solemne discurso en el que lamentó la falta de confianza de los ciudadanos en la justicia, y en el que se enorgulleció de que finalmente hubiera sido declarada proscrita la facción política de los crueles asesinos sabinos que llevan décadas ensangrentando Roma.

Y cualquiera que escuchase esto sin conocer a Pompilio lo encontraría muy puesto en razón, porque, por un lado, los pilares de una sociedad se tambalean cuando los ciudadanos no confían en sus iudicis, y, por otro, estos asesinos sabinos se presentan a los comicios con una mano extendida al frente para recibir fondos de las arcas públicas y la otra detrás de la espalda escondiendo el puñal con el que matan a los que no comparten su visión del mundo. Pero ocurre que, hasta hace pocos meses, el propio Pompilio criticaba airadamente a los que pretendían que la facción política de los asesinos fuera proscrita, y los acusaba de insensibles y de pretender confinar a los seguidores de los asesinos sabinos dentro de un reducto como si fueran vulgares reses. Y Pompilio llamaba a este reducto “guantánamo”, como el temible ergástulo creado por el legendario rey Arbustus.

Y con esto Pompilio defendía que los asesinos sabinos tuvieran voz en las instituciones romanas, de modo que ensalzaba a aquéllos y denigraba éstas. Y, mientras arrastraba por los suelos la dignidad de Roma, Pompilio presentaba pomposamente su propia toga manchada por el barro, como reclamando admiración por ser capaz de realizar cualquier trabajo encomendado por el Emperador, incluso los más sucios. Pero es que Pompilio acostumbra a presentar como virtud lo que es vicio empleando para ello una oratoria pomposa, y de ahí viene su nombre, y no del rey-sacerdote que sucedió a Rómulo, como creen algunos*.

Y ocurre que lo que ayer era para Pompilio una facción inmaculada, a la que no se podía recluir en un reducto ignominioso, ahora se ha convertido, en sus palabras, en un “tumor de etiología violenta”, lo que resulta de difícil comprensión pues si bien los asesinos sabinos pueden ser justamente calificados como una excrecencia maligna de la sociedad, la violencia en ellos no es etiología sino efecto. Y, en fin, todos estos manejos de Pompilio parecen justificar la desconfianza de los ciudadanos hacia la justicia de la que, como decía al comienzo de este comentario, se quejaba el propio fiscal particular.

* Aunque hay algunos que, de forma maliciosa, sostienen que el nombre de Pompilio proviene de haber ofrecido a Roma, con el trasero en pompa, a los asesinos sabinos.

lunes, 22 de septiembre de 2008

ROMA LÚDICA

Hoy es noticia en el Foro el edicto de persecución dictado por en Emperador contra los iustus, una extraña secta que cuenta con muy pocos miembros en Roma y que profesa una peculiar doctrina que, a grandes rasgos, se puede resumir en lo siguiente. Que, para los iustus, el mundo es como un laberinto, similar a aquél habitado por el Minotauro que el ateniense Teseo se encargó de despachar, delimitado por frágiles hilos que separan la justicia de la maldad. Y los hombres justos deben caminar por el mundo poniendo gran cuidado para respetar siempre los hilos que los separan del mal, pues una vez que cruzan los límites los hilos quedan rotos y ya no se pueden volver a unir. Y esto explica el edicto del Emperador considerando heréticas las opiniones de esta secta, pues para él la delimitación entre el bien y el mal, que siempre es discutida y discutible, no está marcada por hilos rompibles, sino que consiste en una mera línea que se puede cruzar de uno a otro lado a voluntad o, en palabras del iudex Vermículus, cuando lo aconseja la jugada. Y es que los adeptos del Emperador conciben este asunto como un escenario lúdico, y por ello juegan a entrar y salir de la maldad como los impuberis juegan a “tula en alto”. Y, como es sabido, este juego tiene sus propias reglas según las cuales los adversarios, es decir, los partidarios del Procónsul, sólo pueden atraparlos cuando el Emperador y sus adeptos tienen los pies en el suelo, lo que ocurre raras veces. Es por ello que el Emperador y sus fieles son excelentes jugadores en este juego, aunque suelen acabar con las togas perdidas de tanto arrastrarlas por el barro. Por el contrario, los seguidores del Procónsul, que son más torpes, cuando intentan atraparlos suelen incurrir en la penalización de la crispatio, y son flagelados por Cucúmbero Albo o la Sibila de Cumas.

El caso es que ahora los imprudentes iustus han sido proscritos y tienen que andar ocultándose para no acabar frente a las fieras en el circo. Y, si bien ahora el Emperador y sus acólitos parecen llevar una temporada sin jugar, no se descarta que vuelvan a hacerlo en el futuro. Y se dice que Pachilopiscis es también un experto a la hora de entrar y salir de los campos prohibidos, lo que sus seguidores, con espíritu deportivo, parece que van a premiar en los próximos comicios.

viernes, 19 de septiembre de 2008

SOBRE LOS NUEVOS PATRICIOS Y PLEBEYOS

Se cuenta que tras los pasados comicios en los que el Emperador volvió a obtener el respaldo del populus, el Procónsul, presa de un gran desánimo, buscó el consejo de augures, arúspices y fulguratoris los cuales, tras observar el vuelo de las aves, las entrañas de las víctimas evisceradas a tal fin, y los relámpagos con los que Júpiter recuerda al mundo su presencia, le revelaron que el destino de Roma estaba sellado, que los nacionalistas sabinos y samnitas estaban en vías de triunfar por completo, y que, en un tiempo no lejano, Roma se fragmentaría en una constelación de reinos menores. En cualquier caso, le dijeron, mientras esto ocurre o deja de ocurrir, aunque ganaras los comicios te resultaría imposible gobernar sin el apoyo de samnitas y sabinos. Y cuando esto le fue expuesto, el Procónsul se abandonó a la melancolía, ya que el destino de su facción política, defensora de la unidad de Roma, estaba, por eso mismo, ligado al destino de ésta, y los nacionalistas sabinos y samnitas, que según las revelaciones, estaban destinados a triunfar, eran sus adversarios naturales.

Y así estaba el Procónsul, vagando por las galerías de su cuartel general de Génova, en Liguria, como espíritu abandonado en las orillas de la Estigia, cuando le llegó la illuminatio y se dio cuenta de que, ante el naufragio de Roma, había que intentar salvar a su facción, porque una cosa es la ruina de la patria y otra, muy distinta, perder el empleo. Y así pensó que había que comenzar a buscar un sitio en los reinos que emergerían de la caída de Roma, y, puesto que los nacionalistas eran los triunfadores, era el momento de cambiar el gesto adusto por la simpatía hacia ellos. Y así salió de su cuartel general renovado y sonriente, y para explicitar aún más su cambio decidió descabezar a su delegada en los territorios gobernados por los sabinos, pues mostraba un talante belicoso que resultaba impropio para los tiempos simpáticos que se avecinaban. Pero los ciudadanos comunes, aquellos que no vivían de la política y, por tanto, no tenían empleos que perder, no fueron consultados al realizar este cambio de dirección. Y así fue como el Procónsul comenzó a orientar su política pasando por alto los deseos de muchos de los que le habían otorgado su confianza en los últimos comicios.

Y hay que recordar que, con su simpatía hacia los nacionalistas, el Procónsul no hace otra cosa que seguir las huellas dejadas por el Emperador en un camino que le ha proporcionado buenos resultados en los comicios. Porque el nacionalismo es una mercancía política que se vende muy bien, ya que sus ideas, si bien no encuentran fácil acomodo en la razón, infectan fácilmente el espíritu de las gentes sencillas, a las que les gusta escuchar que son diferentes y superiores, y que todos sus problemas provienen de la perversidad de Roma. Y es por eso que resulta que, finalmente, Emperador y Procónsul parecen haberse puesto de acuerdo en aceptar la peculiar visión del orbe que los nacionalistas tienen. Pero sucede que, además de los seguidores del Procónsul, una gran parte de los seguidores del Emperador, me refiero a los que no viven de la política, tampoco simpatizan con los nacionalistas. Y así se ha consumado una situación extraordinaria en Roma, que es la siguiente: que la gran mayoría de los políticos parecen haberse resignado a que la visión de los nacionalistas prevalezca, a pesar de que la gran mayoría de los ciudadanos comunes, que son los que les proporcionan sus votos, no simpatizan con esa visión.

Y por todo esto, muchos ciudadanos ordinarios ven la situación actual de Roma como si estuvieran dentro de uno de los túneles a los que tan aficionado es el Emperador. Y en esto sus adeptos son afortunados, ya que, al estar permanentemente deslumbrados por su fulgor y por la fe en el progressus, no perciben la oscuridad que los rodea, y además la maldad de los seguidores del Procónsul, que Cucúmbero Albo se encarga de gestionar, absorbe toda su ira. Pero hay muchos seguidores del Procónsul que sólo perciben negrura hasta donde su vista alcanza, quizás con la única excepción de un pequeño destello del color de Rosa.

viernes, 12 de septiembre de 2008

SUMARIO HEBDOMADARIO

Esta semana también se ha hablado con profusión de los siguientes asuntos:
.
Un iudex de Toletum ha sido reconvenido por mostrar reiteradamente una conducta que se ha considerado incompatible con la dignidad de su cargo. Este iudex, llevado por su austeridad, renunciaba a realizar las abluciones diarias en su domus, por lo que impregnaba el tribunal de un olor peculiar que sus escribas, menos austeros que él, se resistían a admitir con ecuanimidad. Además, por economía procesal, simultaneaba la evacuación de sus asuntos jurídicos con la de su propio organismo, y acostumbraba a dictar sus resoluciones mientras obraba en el mingitorium, lo que dificultaba a sus escribas la correcta audición del veredicto y posibilitaba fallos en las transcripciones.

Quizás inspirado por las prácticas de Esculapio, y pensando que una buena sangría contribuye a sanar un organismo enfermo, el ecónomo del Emperador, ha manifestado que la quiebra que, cómo negra nube de tormenta, se cierne sobre Roma puede contribuir a sanar su economía. Y esta manera de pensar parece ser acorde con la del Emperador, que tiene por costumbre no embarcarse con capitanes permanentemente agobiados por las galernas y otras inclemencias sobre las que, a fin de cuentas, no se puede actuar, prefiriendo a aquellos que muestran una sana despreocupación.

Abiectus Arzaius, el patriarca heptamilenario de los sabinos, ha manifestado que la etapa más feliz de su vida fue aquella en la que pactó abiertamente con la infausta banda de asesinos sabinos que, desde hace décadas, cubre de dolor a Roma. Y puesto que la actitud de Arzaius ha sido de permanente alineamiento con esos asesinos, y lo único a lo que renunció al realizar el dicho pacto que tan buenos recuerdos le proporciona ahora es a la ocultación, cabe concluir que lo que al espíritu de Arzaius desagrada no es el asesinato sino el disimulo.

jueves, 11 de septiembre de 2008

UN ANUNCIO EN EL FORO

Apóstolos Genitalis ha colgado en el foro este anuncio:

Ave Señores.La Plataforma para la Libertad Elección Lingüística hace saber que el sábado 20 de Septiembre a las 17.30 h. habrá una concentración frente a Ajuria Enea "para exigir la libertad de los padres en la educación de nuestros hijos".Yo estoy en el monte y sin Internet, pero les agradeceré que este pregón corra a los cuatro vientos. Nos va mucho en esta lucha.Muchas gracias y un saludo a todos.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

SOBRE SEPARATISMOS, JUSTICIA Y OTRAS ASIMETRÍAS

Estos días ha sido muy comentado el libellus que recientemente ha circulado por el foro en el que se denunciaba el pacto secreto que los gobernadores de las ínsulas baleáricas, partidarios del Emperador, han realizado con la principal facción separatista de dichas ínsulas, con la que actualmente gobiernan, para evitar que la dómina de dicha facción sea llevada ante los jueces. Y ocurre que en las ínsulas, de modo similar a lo que ocurre en otros territorios de Roma, existen importantes facciones que pretenden separarse de la urbe alegando la opresión que dichos territorios vienen sufriendo desde tiempo inmemorial por parte de aquella y las profundas, aunque mitológicas, diferencias que los separan, y para ello utilizan la lengua como herramienta para convertir esas diferencias mitológicas en reales, por lo que en esto, como digo, la situación de las ínsulas no es en nada peculiar. Sin embargo, lo que diferencia y hace únicas a estas facciones separatistas insulares es que sólo son tales, separatistas quiero decir, en lo que se refiere a Roma en su conjunto, pero, al mismo tiempo que se quieren separar de ella, se muestran ansiosas de dejarse conquistar por los samnitas, para regocijo de éstos, que dedican cuantiosos esfuerzos y recursos a ese mismo fin.

Y la dómina de los separatistas insulares cuyo procesamiento se intenta evitar con el mencionado pacto es una hierática mujer, que acostumbra a esconder su rostro tras una gruesa capa de afeites, y que es conocida como Lammunar, denominación que quizás provenga de lamia. Y si bien Lammunar es muy conocida por todos los que viven en las ínsulas, fuera de ellas adquirió también merecida fama por lo innovador de sus procedimientos de enajenación de bienes públicos. Pues ocurre que Lammunar tenía a su cargo unos terrenos que no proporcionaban ninguna utilidad al erario, por lo que decidió subastarlos y aportar, de este modo, recursos al mismo. Pero en lugar de fijar un precio mínimo para dicha subasta, de modo que los interesados tuvieran que competir entre sí alzando sus pujas a partir de dicho precio, Lammunar decidió establecer un precio máximo que ningún oferente debía superar. Y de este modo procedió a fijar el precio máximo de la subasta en XXX millones de sestercios, y cuando uno de los competidores, ignorando presuntuosamente las reglas de la subasta, ofreció el doble de esa cantidad, es decir, LX millones, su oferta fue desestimada, siendo finalmente los tales terrenos adjudicados al competidor que se había ajustado estrictamente al precio máximo. De este modo, el procedimiento fue resuelto a satisfacción de todos, del adquirente final que se ahorró XXX millones de sestercios, de las instituciones de las ínsulas que, si bien recaudaron XXX millones de menos, pudieron comprobar la seriedad e inflexibilidad de sus procedimientos jurídicos, y de Lammunar, que vio como tan complicado proceso se llevaba a cabo a su entera conveniencia.

Aunque llama la atención que estos gobernantes que tienen tanto interés en evitar que Lammunar vea menoscabada su dignidad al tener que presentarse ante los jueces para justificar sus avanzados procedimientos contractuales, muestran un celo extraordinario en que ciertos partidarios del procónsul, que hasta hace poco gobernaban las ínsulas, sean perseguidos por estos mismos jueces por prácticas similares a las empleadas por Lammunar, pero parece ser que también en estos asuntos de la justicia se pueden emplear distintas varas de medir.

lunes, 8 de septiembre de 2008

UNA TEORÍA SOBRE EL DERECHO DE ACTUACIÓN Y REPRESENTACIÓN

Se dice que cuando el gran Julio César desembarcó en Britania sus generales le contaron que en la ciudad de Londinum existía un espacio reservado para aquellos que querían dirigirse con la palabra a sus paisanos. Este espacio, que en la lengua bárbara de los britanos recibía el nombre de espíquerscorner, servía así para que cualquier persona pudiera convertirse en improvisado orador, y pudiera dirigir discursos, soflamas y arengas, según sus particulares inclinaciones, a todos aquellos que fueran atraídos por la fuerza de su oratoria. Y del mismo modo que el talento de estos oradores era desigual, también lo eran las respuestas que recibían de aquellos a los que sus palabras se dirigían, e incluían desde las ovaciones más encendidas hasta los lanzamientos de frutos del agro.

Pues sucede que esta práctica de los britanos se ha trasladado al foro, y desde hace unos días hay ciudadanos anónimos que se dirigen a un rincón del foro, el ángulus oratoris y, subidos a un escaño que ellos mismos tienen que traer, se dirigen al populus y le exponen sus opiniones sobre los más variados asuntos. Y ocurre que ayer mismo se encaminó a este rincón un ciudadano de aspecto venerable que, subido al correspondiente escabel, desarrolló una extravagante teoría sobre la política, que, por lo que puedo recordar, era más o menos ésta. Que hasta ahora el común pensamiento dictaba que los políticos eran meros representantes de los ciudadanos y eran comisionados por éstos para dirigir los asuntos políticos de Roma, siendo, por tanto, el derecho político fundamental de estos ciudadanos la elección de aquellos que consideraran más capacitados para dirigir esos asuntos, o que presentaran unos proyectos políticos más atractivos. Pero ahora, siempre según el orador del que estoy hablando, los políticos no son, en realidad, ejecutores de unos proyectos políticos determinados, sino integrantes de un estamento especial dentro de Roma que les proporciona un estatus superior al del resto de los ciudadanos que, en esencia, consiste en el manejo de los fondos públicos. Y puesto que el manejo de estos fondos constituye la señal distintiva de este nuevo estamento, los diferentes proyectos políticos se desdibujan y se convierten en una mera apariencia. Por eso, continuó el orador, es frecuente ver a representantes de facciones supuestamente opuestas vociferar unos contra otros en público mientras en privado pactan un reparto satisfactorio para ambas partes, y así ocurre, por ejemplo, cuando año tras año Pachilopiscis aprueba los presupuestos del patriarca Juan Josué entre grandes admoniciones recíprocas.

Y a estas alturas del discurso, una gran parte del auditorio reía abiertamente del orador considerándolo un perturbado, pero éste continuó impertérrito diciendo que, en la actualidad, los únicos derechos políticos que quedan a los ciudadanos ordinarios son los de actuación y representación, entendidos como el derecho a que los políticos actúen para ellos y, dejando de lado la dignidad de sus cargos y personas, representen farsas, dramas y otros ludes escénicos para que, como premio por la calidad de las tales actuaciones, estos ciudadanos les proporcionen los votos que les permitirán continuar disfrutando de su estatus superior. Y esta penosa obligación de actuación y representación recae sobre los integrantes del estamento político en todo momento, aunque es más intensa en la proximidad de los comicios, momento en que se ven obligados, incluso, a visitar a los ancianos y besar a los infantes. Pero además, aseguró, afecta a todos ellos con independencia de su rango, y así incluso el mismo Emperador, actuando en una farsa de aventuras, se ha visto obligado a triscar por las montañas como si de un pastor de Tracia se tratara.

Y en ese momento el orador dio por terminada su intervención y se bajó de su escaño, y la mayoría del público ya se había marchado entre burlas y alborotos, pero dos o tres oyentes parecían reflexionar melancólicamente sobre sus palabras.

martes, 2 de septiembre de 2008

CUCÚMBERO ALBO Y EL MUNDO SUBTERRÁNEO

Estas calendas de septiembre se han inaugurado con Cucúmbero Albo flagelando al Procónsul en el foro, para gran desconcierto de éste, que llevaba mucho tiempo esforzándose por ser simpático. Pero parece que estos intentos estaban destinados al fracaso, porque dentro del progressus immaculatus, el Procónsul y sus seguidores tienen asignado un papel muy preciso, que es el de demonios. Y es este un papel de gran importancia para los adeptos de esta religión ya que, de manera paradójica, estos adeptos encuentran su razón de ser, precisamente, en la existencia de los demonios, pues, de acuerdo con su doctrina, los demonios son la imagen opuesta de los acólitos del progressus. Y así los acólitos necesitan a los demonios para contemplarse y reconocerse a sí mismos, como si miraran un peculiar espejo que devolviera la imagen contraria de aquél que en él mirara. Y así, al contemplar la imagen corrompida y depravada de los odiados demonios, los fieles se ven a sí mismos revestidos de todas las virtudes y pueden regocijarse en consecuencia, pero, por el contrario, cuando el procónsul y sus seguidores intentan ser simpáticos y disimular su condición, los fieles se ven desconcertados porque, al desaparecer los demonios, cuando miran en su particular espejo inverso se encuentran con la nada, con lo que quedan sumidos en la desesperación.

Por eso Cucúmbero Albo ha reaccionado con presteza al adivinar el ardid del Procónsul, e inmediatamente se ha encargado de arrancarle la careta y exponerlo en su turbadora apariencia. Y se dice que el Emperador, considerando los valiosos servicios que Cucúmbero presta, está considerando la posibilidad de divinizarlo, e incorporarlo, junto a él al Panteón del progressus. Y se dice que, puesto que él es el encargado de lidiar con los tenebrosos demonios, se le proporcionarán competencias sobre el mundo subterráneo que hasta ahora correspondían a Plutón. Y se dice que su efigie será similar a la de Anubis, el dios con cabeza de chacal que, según los egipcios, es el encargado de lidiar con estos asuntos, aunque, en el caso de Cucúmbero, tendrá rostro de hurón.

Sin embargo, algunos sostienen que Cucúmbero es en realidad un ser creado a partir de barro y detritus por el Emperador, desprovisto por ello de sustancia y raciocinio y sólo apto para realizar tareas mecánicas y repetitivas, que es lo que los judíos denominan golem. Y hay otros que van más allá, y se atreven a afirmar que el propio Emperador no es, a su vez, más que un golem creado para difundir el desconcierto en Roma, pero estas creencias exceden mi conocimiento, por lo que no hablaré más de ellas.

domingo, 24 de agosto de 2008

SOBRE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA Y LA ESTÉTICA

Cuentan que en tiempos antiguos, en la época en que Servio Tulio instauró los comicios, las distintas facciones políticas de Roma definían sus respectivas posiciones a partir de sus propios proyectos políticos, y con ellos se presentaban ante sus potenciales electores en dichos comicios, de modo que éstos podían juzgar si eran razonables. Y así, si existía un número suficiente de electores que entendían que un determinado proyecto era beneficioso para Roma, y proporcionaban sus votos a la facción correspondiente, ésta podía acceder al poder y, desde allí, poner en práctica ese proyecto.

Ocurría, sin embargo, que aquellos que accedían al poder descubrían que éste no sólo les permitía materializar sus proyectos, sino, indirectamente, alcanzar un elevado nivel de satisfacción personal gracias a los estipendios, la fama, las cuadrigas oficiales y demás prebendas que aquél poder llevaba aparejado. De este modo, con el tiempo, comenzaron a surgir políticos para los que estos beneficios secundarios se convirtieron en sus intereses primarios, y para los que el cursus honorum representaba la manera más cómoda, y con frecuencia la única, de acceder a los bienes materiales que hacen más llevadera la existencia.

Y así, de manera gradual e imperceptible, comenzaron a abundar los políticos que se presentaban ante sus electores sin el menor proyecto, únicamente movidos por su anhelo de alcanzar el poder. Y estos políticos, para su sorpresa, pudieron comprobar que a gran parte de los romanos no les importaba demasiado esta ausencia, pues llevaban cierto tiempo enfocando la política desde un punto de vista meramente deportivo, y manifestando sus preferencias por una u otra facción, no por las bondades y maldades de sus respectivos proyectos, sino por impulsos muy parecidos a los que los llevaban a optar por los azules o los verdes en el hipódromo, y frecuentemente con la misma virulencia en ambos casos.

El abandono del requisito previo de presentar un proyecto representó un gran alivio para estos políticos, ya que les evitaba enojosos requerimientos de conocimiento y capacidad. Durante algún tiempo, los políticos mantuvieron la ficción de que tales proyectos aún existían, y para ello aprendieron a vestir la nada con palabras, creando una oratoria de vistosas ampollas que se elevaban vigorosamente en el aire y se desvanecían sin dejar rastro. E incluso el propio Emperador acabó aceptando su divinidad para llenar estos vacíos.

Hoy, sin embargo, se ha dado un nuevo paso en esta dirección, pues todo indica que la ciudadanía ya está lo suficientemente madura como para acabar con cualquier tipo de subterfugio y disimulo. Y así Pachilopiscis, representante del Emperador en las tierras gobernadas por los sabinos y aprendiz, a su vez, de sabino, ha presentado como su mayor virtud el acudir a su cita con los ciudadanos desnudo de cualquier proyecto, idea y convicción, como si en lugar de a unos comicios acudiera a un nuevo juicio de Paris. Y, tal es la subversión del orden natural de las cosas, que todo parece indicar que los ciudadanos manifestarán sus presencias por esta nueva beldad desnuda.

lunes, 4 de agosto de 2008

EL TRIUNFO DEL CAOS

La noticia que más revuelo ha provocado en el foro estos días ha sido la puesta en libertad del infame asesino sabino chaos, llamado así porque a lo largo de su infausta carrera se encargó de pulverizar el orden y la pacifica convivencia en Roma, y de sembrar el dolor. Pues este maligno asesino acabó a sangre fría con la vida de veinticinco personas por la mera razón de ser romanos, porque chaos es uno de los más fanáticos seguidores del profeta Sabino, cuya doctrina atrae no sólo a los mediocres, que gracias a ella encuentran razones artificiales para diferenciarse y medrar, sino también a los más viles asesinos, que pueden así satisfacer sus instintos malignos envolviéndolos en causas elevadas. Y hay que recordar que hace algo más de un año nuestro Emperador, secundado por todos sus colaboradores y, en especial, por su praefectus de policía Máximo Mendácitor, abogaba por la puesta en libertad de este miserable asesino, afirmando que el que había matado a veinticinco personas era, en realidad, un amante de la coexistencia pacífica y , paradójicamente, que el chaos estaba a favor de la paz.

Y para alguien que llegara a Roma desde tierras remotas le resultaría incomprensible esta situación, pues este vil asesino ha cumplido menos de un año de condena por cada uno de sus asesinatos, y no sólo no ha mostrado la menor sombra de arrepentimiento por sus nauseabundas acciones, sino que, estando en el ergástulo, se encargó de celebrar los cobardes asesinatos cometidos por sus colegas sabinos. Pero en una parte de la sociedad romana subyacen ciertas ideas sumergidas que, si bien viven en los estratos más profundos de las mentes de las personas, no por eso son menos duraderas. Y una de estas ideas afirma que todas las personas son por naturaleza buenas, y seguirían siendo buenas si habitaran en la naturaleza. Sin embargo, la civilización, y al decir civilización hay que entender aquí civilización romana, se encarga de corromper a las personas al introducir desigualdades y crear, como afirma poéticamente nuestro Emperador, océanos de injusticia. De este modo, cuando una persona que es buena en esencia se ve compelida a realizar actos malvados, la culpable es, en realidad, la sociedad, que de este modo es doblemente culpable, por haber generado en última instancia el daño y por haber corrompido a un inocente criminal. Y a esta idea sumergida que hace que los criminales sean vistos con sorprendente benevolencia se añade, en este caso de chaos, otra que consiste en considerar a los criminales sabinos como luchadores, aunque excesivos en sus métodos, por la libertad de un pueblo oprimido. Y, si bien esta idea ha ido desvaneciéndose poco a poco de la estructura mental de la mayoría de los romanos, continúa intacta no sólo entre los sabinos sino fuera de Roma.

Esto explica que hay una gran parte de juristas en Roma para los que la condena es un mero trámite para asegurar una automática reinserción del criminal en la sociedad. Y sucede que los que así obran muestran una gran benevolencia hacia los criminales, pero muy poca hacia las víctimas de éstos, pues pasan por alto que la condena es también expresión del valor y la consideración que la sociedad atribuye a la víctima o, dicho de otro modo, una medida del respeto que las víctimas merecen a la sociedad. De modo que una sociedad únicamente preocupada por la reinserción del criminal, y que da por hecho una rehabilitación que obviamente no se ha producido, está insultando la dignidad de las víctimas y sus familiares, aumentando de este modo su dolor con la perplejidad.

jueves, 31 de julio de 2008

BREVE ENSAYO SOBRE LA CEGUERA

Como ya hemos comentado en otras ocasiones, una de las características de la Roma actual es que, aunque todos los romanos tienen, por lo general, dos ojos, no todos ven la realidad de la misma forma. Y así por ejemplo, como también hemos comentado, los seguidores del Emperador sólo ven aquella parte que encaja en sus dogmas, siendo ciegos al resto. Y, además, perciben a sus adversarios como demonios de torva mirada, y los tratan en consecuencia.

Por su parte, los nacionalistas samnitas y sabinos sólo perciben la realidad cuando se ajusta a sus mitos, y cuando, como ocurre con frecuencia, no se ajusta en absoluto, sólo perciben aquéllos, mientras que a los que no son sabinos o samnitas como ellos, sencillamente, no los ven. Y esto les causa gran pesar porque, al no verlos, no pueden protegerlos como sin duda les gustaría, y así por ejemplo no pueden dejarles que accedan a los empleos y fondos públicos. Y tampoco pueden proporcionarles la educación en latín, la lengua que habitualmente emplean, porque, al no verlos, se creen que no hay una suficiente demanda. Y ocurre que los sabinos y samnitas también hablan latín, pero esto no sólo no lo ven, sino que parece que tampoco lo oyen. Y en la tierra gobernada por los sabinos la situación es aún peor, porque los gobernantes, al no ser capaz de ver a los que no son sabinos como ellos, son incapaces de impedir que los feroces asesinos que entre ellos se encuentran se dediquen a perseguirlos, atemorizarlos y matarlos. Y, pensándolo bien, estos feroces asesinos no parecen tener problemas para ver a los que persiguen y matan, de modo que quizás esta deficiencia de visión dependa de la actividad que se proponen acometer.

Sin embargo sabinos y samnitas, con el tiempo, han llegado a percibir muy vagamente, a través de los susurros que emiten, normalmente en latín, la triste existencia de aquéllos que, como espectros, vagan por fuera de su mundo. Y, de este modo, han desarrollado la immersio, un procedimiento mediante el cuál conjuran a estos seres del más allá y los atraen a su mundo, aunque despojados de su lengua y su memoria, y para dedicarlos, usualmente, a tareas menores. Es por eso que ahora los samnitas han redactado una ley para la educación de púberes e impúberes en la que, dejando por completo de lado al latín, afirman que la única lengua propia del Samnio es el samnita (artículos XI, XIV, XV y XVIII) pues es la única que ellos oyen, y en la que regulan el conjuro de la immersio (artículo XVI).

Y mientras tanto los colaboradores del Emperador niegan también que esta realidad exista, pues parece que ellos, a su vez, no sólo son ciegos a los propios samnitas, sino incluso a lo que éstos dejan por escrito. Y desde hace tiempo tanto el avieso Cucúmbero Albo como la pretoriana Carminator se dedican a perseguir ferozmente a todos aquellos que denuncian lo que sus ojos ven pero permanece invisible para estos colaboradores del Emperador. Aunque hay quien dice que el caso de Cucúmbero Albo es especial, y que en realidad no es más que un instrumento hueco de viento a través del cuál retumba la voz del Emperador, y tras cuya hórrida apariencia de roedor se oculta la permanente sonrisa de éste.

jueves, 10 de julio de 2008

LOS SAMNITAS, LOS SABINOS Y LAS RANAS

Carminator, la generala del Emperador, ha declarado en relación con el Manifestus que los que lo han firmado no tienen la menor idea de lo que dicen porque jamás han puesto sus pies en la región gobernada por los samnitas. Y, obviando el hecho de que muchos de los firmantes viven precisamente en esa región, al decir esto parece creer que la permanencia en ella atribuye telúricamente el conocimiento de verdades superiores. Y con esto Carminator recurre a un argumento muy querido tanto por samnitas como por sabinos, que consiste en afirmar que las cosas que suceden en los territorios que ellos gobiernan, y que a un observador parecen escandalosas, en realidad no lo son, sino que sencillamente el tal observador no las comprende, pues la profunda visión de las cosas sólo está al alcance de ellos, es decir de los samnitas y sabinos.

Y lo cierto es que los samnitas y sabinos parecen tener una visión peculiar pues, del mismo modo en que se dice que hay ciertos batracios que sólo pueden ver aquellos estímulos que su cerebro está preparado para identificar, y son incapaces de ver un elefante pasando frente a ellos si resulta que su cerebro no lo tiene asimilado, tanto sabinos como samnitas sólo son capaces de percibir las cosas que encajan en la idea de la tribu que ellos mismos han profetizado, pero son incapaces de ver al resto de los romanos. Y esto explicaría que Carminator defienda la immersio, pues parece ser que el sometido a ella emerge bendecido, aunque aturdido y boqueando, y ya visible para los sabinos y samnitas, que hasta ese momento no lo habían visto. Aunque los maledicientes, que siempre los hay, afirman que el proceso no es tanto una immersio como una lavativa, pues aquella, como ésta, deja muy malparada la dignidad del que lo sufre. Pero Carminator alaba el bautizo al mundo samnita que supone la immersio, pues gracias a ella las personas comienzan a existir para sabinos y samnitas. Y por eso Carminator ha declarado con orgullo que gracias a la immersio no hay samnitas de primera y de segunda, sino que convierte a todos los ciudadanos en iguales, lo que no deja de tener razón, porque el resto, mientras no la practica, no existe.

Pero hay quienes afirman que, ni siquiera tras la immersio se produce la igualación de los samnitas, pues se dice que los recién bautizados o xarnegus nunca consiguen gozar realmente de un status similar a los de los samnitas de raigambre, aunque proporcionan diversión a éstos.

martes, 8 de julio de 2008

ESCENAS DE ROMA

Estos días esta siendo muy comentada en el foro la epistula que circula por Roma y que cada vez va siendo firmada por más ciudadanos. Esta epistula fue redactada y firmada inicialmente por un grupo de eximios pensadores, pero más tarde se adhirieron a ella notorios atletas y, finalmente, ciudadanos comunes. Y esto no debe extrañar, pues la epistula esta redactada con una prosa clara y diáfana, y se limita a pedir cosas que alguien que no viviera en Roma, y no estuviera al tanto de las peculiares circunstancias, encontraría muy sorprendente que tuvieran que ser pedidas. Y por ello, la epistula ha pasado a ser conocida como la de la veritas manifesta o, sencillamente, el Manifestus.

Y lo que el Manifestus pide es que se respete el derecho de todos los romanos a ser educados en latín. Y parecería que esta petición tan sencilla estaría destinada a ser acogida con simpatía por todos los romanos, pero no ha sido así. Pues resulta que el Manifestus tiene la virtud de dejar a las personas en el lugar que realmente ocupan, que con frecuencia no es el que les gustaría ocupar, despojándolas de las caretas con la que se revisten cuando sus palabras no coinciden con sus actos. Y no es que este sea el caso del Emperador, pues éste ha rechazado el Manifestus sin ningún tipo de disimulo, pero en cambio ha causado un gran número de quebraderos de cabeza a sus pensadores oficiales, que se las han visto y deseado para razonar su rechazo. Y el caso más pintoresco ha sido el del vate Gamonedus, que en un despiste se adhirió inicialmente al Manifestus, pero luego, sudando, ha tenido que hacer titánicos esfuerzos para argumentar en la dirección opuesta al sentir sobre él la furibunda mirada del Emperador. Y así, cuanto más cristalina es la lógica del Manifestus, más opaco tiene que ser el lenguaje empleado por sus detractores, lo que hace que éstos lo odien aún más.

Y por otra parte, la situación de las finanzas continúa empeorando, pero el Emperador continúa reclamando la confianza de sus súbditos, y el ecónomo, para sorpresa de todos, ha dicho que con él no iba la cosa, ha comenzado a desgranar su letanía y cuando sus oyentes se han despertado él ya se había ido.

Y en estas circunstancias el Emperador se ha reunido con sus acólitos, pero no porque le parezca preocupante la situación económica, ni por estudiar las virtudes del Manifestus, sino porque ha decidido que ya es hora de que todos los romanos, sin excepción, sean educados en la fe verdadera, es decir en el progressus immaculatus, y abandonen las demás, especialmente la de los cristianos. Y una vez que todos los romanos estén unidos en la misma fe, la alternancia en el poder ya no tendrá sentido, y así lo ha manifestado el Emperador, con lo que el sistema político del ateniense Pericles recibirá su testamento definitivo. Y, por último, se ha preocupado de que los romanos tengan la posibilidad de acortar su estancia en el mundo sensible por cualquiera de sus dos extremos, al nacer o al morir.

Y así están las cosas por Roma, con ciudadanos que se ven obligados a firmar verdades manifiestas, con una severa crisis que amenaza la urbe y con el Emperador empeñado en convertir a la población a su fe. Y por eso hay quienes opinan que, al pretender que los romanos podamos ser extirpados de la existencia con facilidad, el Emperador ha sido inspirado por los Dioses con el fin de aliviar nuestros sufrimientos.

jueves, 3 de julio de 2008

EL PATRIARCA DE LOS SABINOS Y PLATÓN

Juan Josué, el patriarca de los sabinos, ha emitido en edicto según el cuál, en adelante, los carteles y los rótulos de los establecimientos públicos deberán ser redactados en esta lengua, y los empleados deberán usarla para atender a los clientes. Y en esto sigue el camino ya emprendido hace tiempo por los samnitas e incluso por los gobernantes de las ínsulas, que aspiran a independizarse de Roma para ser conquistados por los samnitas.

Y es este asunto de las lenguas de difícil comprensión, como todos los que afectan a sabinos y samnitas, porque es bien sabido que antes de emprender cualquier acción, tanto sabinos como samnitas invocan ruidosamente grandes Ideas, como si fueran éstas las que guiasen su actuación. Y son estas Ideas variadas, pero siempre bellas, tales como los derechos de los pueblos oprimidos, o la preservación de sus culturas. Pero ya nos advirtió el ateniense Platón que estas Ideas son puras siempre que se mantengan en el éter, pero que al contacto con el flujo del mundo real, son inexorablemente corrompidas. Y hay que decir que las Ideas que suelen invocar sabinos y samnitas tienen tendencia a la rápida putrefacción, como un pescado que fuera dejado a pleno sol en verano en el puerto de Parténope.

Y así por ejemplo, en relación al asunto del que hoy hablamos, se suele invocar la Idea, de apariencia noble, de que todos los habitantes de las regiones gobernadas por sabinos o samnitas deben tener derecho a ser atendidos en la lengua que escojan. Y esta Idea, cuya formulación presenta una bella simetría, se corrompe en cuanto es trasladada al mundo sensible. Porque, dado que todos los habitantes de las regiones gobernadas por sabinos y samnitas hablan el latín, pero solo algunos la lengua regional, resulta que la Idea limita el acceso a las cuesturas, preturas y demás sinecuras a los que hablan la lengua autóctona, dejando fuera a los que sólo hablan latín. Y esto, a su vez, acaba provocando un segundo efecto, más sutil pero más pernicioso, que consiste en la asunción de que los nativos, que son los que en teoría conocen la lengua autóctona, tienen derecho a un status superior al de los no nativos, lo que acaba siendo interiorizado por ambas partes, y rompiendo la uniformidad del status civitatis.

Y hay quienes sospechan que los sabinos y samnitas invocan las Ideas, pero en realidad conocen de antemano y buscan el resultado corrompido, y al actuar así obran como si intentaran ocultar un cuerpo enfermo y lleno de llagas purulentas con vistosas vestiduras. Pero lo cierto es que por el momento las llagas no parecen ser visibles para la mayoría de los ciudadanos, y sabinos y samnitas siguen extendiendo su poder a expensas de Roma.

domingo, 22 de junio de 2008

.
Estaré una semana ausente. El foro queda a vuestra disposición.
Salud.

jueves, 19 de junio de 2008

CONVERSACION EN EL FORO

Por su interés, reproduzco textualmente una conversación mantenida ayer en el foro, que ayuda a aclarar algunos conceptos.
.
Apóstolos Genitalis:
Ave crem, Callo.
Como descendiente de sabinos de pura raza sabina (desde al menos hace CD años -como puedo demostrar por las inscripciones encontradas en un templo de mi aldea sabina y que serían la envidia de muchos que ejercen de sabinos puros sin serlo y de otros que simplemente aspiran a ser admitidos en la tribu pese a la impureza de su sangre- pero siendo un sabino que se resiste a pasar por el aro del sabinismo de Sabino, y valga la redundancia, miedo me da el nuevo rumbo que quiere dar a la galera pepera Basagoitus Interruptus.
________________________

Callo Tácito:
Salve Apóstolos, es un placer verte por el foro.
Debo aclarar que siempre que digo “sabinos” me estoy refiriendo a los fanáticos nacionalistas que gobiernan aquéllas tierras, seguidores de un orate racista que edificó sus teorías sobre el decoro de las distintas danzas regionales y otros asuntos de similar relevancia, y no a los que como tú habéis nacido allí, y sois descendientes de otros que allí vivieron mucho tiempo antes que tú. Jamás se me ocurriría llamaros a todos por el mismo nombre, y mucho menos que éste fuera el de “sabinos”. De hecho, un ferviente sabino puede haber nacido, digamos, en la Bética, y con frecuencia estos son los peores.
De modo similar, cuando hablo de los samnitas me refiero a los nacionalistas de aquella zona, y no a todos sus habitantes. Y ocurre que todos estos nacionalistas, tan orgullosos de las diferencias que respectivamente se han inventado, son muy parecidos entre sí, del mismo modo que los más radicales forofos de dos aurigas rivales del hipódromo son prácticamente indistinguibles.
Y lo que el Procónsul y Basagoitus Interruptus parecen querer hacer es flexibilizar sus convicciones para hacerlas compatibles con un eventual pacto con los sabinos, que estiman necesario para alcanzar el poder. Y esto es un problema derivado de la legislación de los comicios, que da a los sabinos y samnitas un poder desmesurado, y del propio valor del nacionalismo como mercancía de venta a los ciudadanos, dado que desde que nuestras madres nos trasmitían en la infancia que éramos más listos y más monos que los demás, generalmente sin fundamento, a todos nos gusta que nos revelen que somos diferentes y mejores que el resto, especialmente si no nos cuesta esfuerzo.
________________

Apóstolos Genitalis:
En efecto, Callo, siempre me he considerado un vascón y me alegro de que me aclares los términos que utilizas. Los vascones y los sabinos cada vez tenemos menos cosas en común y no veas cómo les fornica a los segundos que les recordemos que somos tanto o más vascones que ellos. Especialmente los que procendentes de otras partes de Hispania y deseosos de verse aceptados pr la tribu -cosa que nunca conseguiran, pues siempre serán para la tribu ciudadanos de segunda, "como los germanos en Maiorca" que dijo Javi "manus sanguinis" Arzallus- someten sus nombres a cirugía onomástica para tratar de borrar lo imborrable: sus orígenes y su profunda imbecílitas.
____________________

Y para finalizar, una perla de Dómina Cupa: "casi nadie parece entrar en éxtasis como ella (la Vestal) entra cuando habla del "nuevo modelo de gladiador", que parece ser un cruce entre Cristina Almeidae y el orador Antonio Galax"


martes, 17 de junio de 2008

LA ENMIENDA DEL PROCONSUL

Hasta los pasados comicios, predominó en Roma la llamada crispatio, cuyo origen era el siguiente. Es sabido que el Emperador y sus adeptos no perciben la realidad tal y como lo hacen los no iniciados, sino sólo aquélla parte que encaja en sus Sagradas Imágenes, consiguiendo de este modo trascenderla y flotar en las capas superiores del éter. Y es por eso que el Emperador y sus devotos consideran de mal gusto, y aún de mala idea, que se les recrimine por lo que ocurre en el inframundo de la realidad, que es precisamente lo que hacían el Procónsul y sus seguidores. Pues éstos reprochaban sin parar al Emperador, por ejemplo, que pactara con los feroces asesinos sabinos o que aprobara un estatuto para los samnitas que viola la Constitución romana, sin darse cuenta que todo eso ocurría meramente en la realidad y no en el éter. Y de este modo conseguían que el Emperador se enfureciese y enviase a Cucúmbero Albo y a la Sibila de Cumas para flagelarlos. Así, por culpa del Procónsul, se desataba la crispatio

Pero tras los pasados comicios, el Procónsul pareció sufrir una revelación y comenzar a atisbar los sublimes niveles del éter solo accesibles hasta ese momento al Emperador y sus prosélitos. Y desde ese privilegiado lugar que comenzaba a ver se dio cuenta de lo injusto que había sido hasta ese momento, pues desde allí la grosera realidad no se percibe en toda su crudeza, sino como si estuviera matizada por un halo rosa. Y así, por ejemplo, desde el éter los sabinos y samnitas son percibidos como fieles, aunque vehementes, defensores de sus costumbres oprimidas, lo que, de paso, permite considerarlos como idóneos socios en caso de un eventual acceso al poder. Y en este proceso el Procónsul se vio ayudado por algunos subalternos que también comenzaban a ver la luz. Y este fue el caso de Basagoitus, que decidió poner fin al hostigamiento que hasta entonces los seguidores del Procónsul mantenían contra los sabinos, y que por eso fue conocido como Basagoitus Interruptus. Y así el Procónsul y Basagoitus comenzaron a plantear enmiendas en sus ponencias a fin de que éstas fueran más tolerantes con los sabinos. Y, simultáneamente, decidieron prescindir de todos aquéllos cuyos ojos se mantenían obstinadamente ciegos a todo aquello que no fuera la cruda realidad.

Y así, ante estas enmiendas, el Emperador y sus adictos han comprobado que efectivamente el Procónsul y algunos de sus seguidores se han enmendado, y se regocijan de su llegada al éter como los cristianos celebran el retorno del hijo pródigo, aunque algunos piensan que será el Procónsul quien acabe desempeñando el papel de cabrito sacrificado. Pero mientras tanto, éste disfruta de los preparativos del banquete, y de los parabienes de los que hasta ahora lo atacaban con fiereza. Y hoy mismo el avieso Piscis, que fue nombrado Alto Comisionado de las Víctimas con el fin de proteger al Emperador de éstas cuando negociaba con los crueles asesinos sabinos, se ha congratulado de la revelación del Procónsul y ha aprovechado para hostigar a los demonios que se obstinan en permanecer en el infierno de la realidad.

lunes, 16 de junio de 2008

ALGO MÁS SOBRE LA VESTAL DE LA IGUALDAD

Y sobre las últimas declaraciones de la Vestal de la Igualdad, voy a continuar dando mi opinión sobre el asunto apelando a un penoso recuerdo de mi propia experiencia. Y debo pedir de antemano disculpas a los asistentes al foro, pues si bien el episodio que voy a relatar es estrictamente real, no está exento de crudeza.

Hace muchos años, disponiendo de un número de sestercios, digamos, escaso, fui a trabajar a una capital de provincia, y allí conseguí alquilar un habitáculo luminoso en un barrio bastante lúgubre. Un día, al volver a casa, encontré en el portal un edicto, firmado por el presidente de la comunidad de vecinos, que contenía, me temo, esta admonición textual: “se recuerda que está prohibido defecar en la escalera”. Sin duda el presidente de la comunidad tenía buenos motivos para publicar tal aviso, pero al hacerlo estaba extendiendo cierta sospecha sobre todos los inquilinos del edificio, cuando (con la excepción de uno, supongo) no albergábamos la menor intención de poner en práctica tal actividad,

Creo que los carteles de “establecimiento libre de maltratadores” propuestos por la Vestal, así como otros que proclamaran que los establecimientos en cuestión están, asimismo, libres de pederastas o destripadores, y en general todo el enfoque de la “violencia de género” funcionan de manera similar al del edicto de mi malhadado edificio. En todos los casos, ante la reprobable actuación de un individuo, o de individuos aislados, se extiende la sospecha sobre todo un colectivo al que ese individuo pertenece, en mi caso, los vecinos de mi inmueble, en el de la Vestal, todos los hombres. Y al hacerlo, de manera implícita se está estableciendo que el mal no está en el individuo concreto, sino en alguna cualidad que es compartida por todos los miembros del grupo. A partir de ese planteamiento, es lógica la pretensión de educar y modelar a todo el grupo, aunque la inmensa mayoría de sus integrantes no lo necesiten en absoluto, en lugar de actuar meramente hacia los individuos que cometen el mal.

Creo que este tipo de errores son comunes cuando no se toma como unidad de medida la persona, sino sus agregados. Yo, personalmente, creo que no necesito ser educado por la Vestal en ese sentido, como, ocioso es decirlo, no necesitaba en su momento serlo por el funesto presidente de la comunidad de vecinos, y con esto dejo momentáneamente zanjado el asunto.

viernes, 13 de junio de 2008

LA VESTAL DE LA IGUALDAD

En estos días se habla mucho por el foro de las primeras actuaciones de la Suprema Vestal del Dogma de la Igualdad, mujer provista de un hermoso rostro no exento, en opinión de algunos, de dureza. Y es este Dogma uno de los principales pilares de la política del Emperador, al cual dedica grandes esfuerzos, lo que muchos ciudadanos no acaban de entender.

Y es cierto que hace algún tiempo en Roma el status de las mujeres era inferior al de los hombres, e incluso aquéllas necesitaban el consentimiento de éstos para determinados negocios jurídicos. Pero hace tiempo que esta forma de pensar fue superada, y ahora a las personas civilizadas no se les ocurre plantearse que el sexo sea una condición de la que derive una especial capacidad, o que pueda constituir un motivo de privilegios, aunque no ocurre del mismo modo fuera del limes. Y esta nefasta costumbre de atribuir diferencias a circunstancias irrelevantes, los únicos que la siguen practicando dentro de Roma son los sabinos y samnitas, para los que la inclusión en sus respectivas castas, y el uso de sus respectivas lenguas, significa la atribución automática de unas virtudes mágicas, y la posesión de un status superior al del común de los ciudadanos.

Y hay algunos que creen haber observado que es el propio Emperador quien parece pensar que las mujeres son naturalmente inferiores a los hombres, y por eso las trata de una manera condescendiente y paternal. Y quienes esto dicen, afirman que el Emperador con frecuencia revela inadvertidamente esta forma íntima de pensar. Y así ocurre, por ejemplo, cuando con tono de magnanimidad se declara defensor de las mujeres, como si éstas necesitaran ser defendidas por él. O como cuando posa para la realización de retratos, estatuas y bajorrelieves rodeado de todas sus colaboradoras como si se tratara del britano 0-0-VII. O, también, cuando se refiere al trabajo realizado por estas mismas colaboradoras con un tono paternal diciendo “y qué bien funcionan ellas”

En cualquier caso, en su afán de proteger a las mujeres, el Emperador se encarga de rodearse de colaboradoras cuyo único mérito parece residir en su condición femenina, con lo que consigue atribuir consecuencias, aunque en principio sean favorables, a cualidades irrelevantes tales como el sexo, con lo que se restaura el vicio original que parecía haber desaparecido. Y, por otra parte, al obrar así elimina la consideración de cualidades que sí deberían ser relevantes a la hora de discriminar a los candidatos para un determinado puesto, como son el mérito, la preparación y la capacidad, con lo cual se termina de trastocar la lógica de las cosas.

Y un ejemplo en el que parece que una cualidad irrelevante, es decir, el sexo, ha sustituido a otra relevante, es decir, la capacidad, a la hora de elegir a un colaborador, lo constituye el nombramiento de la Vestal de la Igualdad, cuya pureza es tal que no ha sido mancillada en absoluto por el estudio ni el conocimiento, y cuyo currículum vitae semeja un desierto ocupado únicamente por la consagración a Terpsícore, tal y como es interpretada en la Bética hispana.

miércoles, 11 de junio de 2008

LA ALIANZA DE LA CIVILIZACION Y LOS BARBAROS (II)

Contábamos el otro día cómo se había llegado a una singular situación en la que al Emperador de Roma no le gusta Roma, sin que él aprecie ninguna contradicción en el asunto. Pero en esto coincide con muchos reinos bárbaros a los que tampoco les gusta Roma, y de este modo pudo fraguarse una Alianza entre Roma y aquellos que desean ver destruida Roma.

Y los primeros hacia los que el Emperador dirigió su propuesta fueron los persas, que consideran a Roma una pústula corrompida que debe ser cauterizada cuanto antes, y que se apresuraron a participar en la Alianza al considerar que les sería útil en su proyecto de exterminar a los judíos, hacia los que experimentan una ancestral antipatía. Y el Mauritino, principal embajador del Emperador, fue enviado a las tierras de los feroces númidas, que suelen acogerlo con agrado por llegar siempre cargado de sextercios y con buena disposición a repartirlos, y que en su extraña lengua lo llaman malindi botondo y también calvo oblongo de Alba Longa.
.
Y, finalmente, fueron enviados mensajeros en todas las demás direcciones y hacia los más remotos reinos. Y la respuesta con que era acogida la propuesta del Emperador era variada, pues mientras unos gobernantes se reían y tomaban el asunto a broma, otros se limitaban a despachar a los mensajeros con unas palmaditas en la espalda. Y desde más allá del Danubio, donde gobierna un fiero bárbaro de ojos rasgados y piernas zambas que recibe el nombre de Atila, llegó un saco conteniendo las cabezas de los emisarios que habían sido enviados hasta allí con la propuesta de Alianza. Y el Emperador se alegró y entendió que existía una buena predisposición hacia la Alianza por parte del bárbaro Atila, ya que, si bien había matado a los emisarios, al menos había devuelto las cabezas, y desde entonces se refirió a él como un hombre de paz.

lunes, 9 de junio de 2008

LA ALIANZA DE LA CIVILIZACION Y LOS BARBAROS (I)

Todo comenzó cuando el Emperador y sus adeptos se dieron cuanta de que no todos los habitantes del orbe eran iguales, y de que Roma era próspera mientras otros pueblos no tenían nada que llevarse a la boca. Fue así como el Emperador y sus fieles descubrieron, mediante una sencilla operación aritmética, que Roma estaba robando al resto de los pueblos, y que su prosperidad se basaba en la ruina de los otros. Y algunos insensatos intentaron rebatir esta conclusión afirmando que el motivo de la prosperidad de Roma radicaba en su elevado nivel cultural y en unas leyes y unas instituciones justas, y que, por ello, para que el resto de los pueblos prosperasen de modo similar sería conveniente que adoptaran la cultura romana, que había demostrado funcionar razonablemente bien. Pero el Emperador se enfureció con ellos, los llamó colonialistas, lo que no entendieron, y seguidores del procónsul, lo que entendieron perfectamente, y a continuación ordenó echarlos a las fieras.

Y desde entonces el Emperador es benévolo y comprensivo con todas las gentes, pues sabe que es Roma, y no ellas mismas, la verdadera responsable de todos sus actos, por atroces que sean. Y así, cuando los piratas cilicios asaltan una nave y degüellan a todos sus ocupantes, el Emperador comprende que la culpa es de Roma, que ha creado los océanos de injusticia por los que ellos navegan. Y, con argumentos parecidos, el Emperador entiende que es Roma la culpable de que los pérfidos hunos arrasen sus poblaciones, de que los persas se encuentren empeñados en convertir por la fuerza a todo el mundo a su religión, y de que los salvajes antropófagos se dediquen a la ingesta de viajeros desprevenidos. Y esta manera de pensar también la aplica el Emperador a lo que ocurre en el interior del limes, y por eso trata con benevolencia a los crueles asesinos sabinos, pues sabe que la verdadera culpable de sus actos es Roma, por la opresión que ha ejercido sobre ellos desde hace siete mil años.

Y llegado a este punto el Emperador se propuso realizar una gran Alianza entre la civilización de Roma y los bárbaros, y para no perder más tiempo decidió llamarla exactamente así. Y de esta Alianza sólo tenían que quedar excluidos los habitantes de Israel, pues el Emperador, recogiendo la opinión mayoritaria de sus fieles, había llegado a la conclusión de que, junto con Roma, eran los culpables de todos los males del orbe.

Y por todo esto algunos maliciosos afirman que ésta es, en realidad, una Alianza contra la civilización romana, y no acaban de entender que el Emperador y sus acólitos se permitan criticar el modo de vida romano en el que ellos parecen desenvolverse muy satisfactoriamente. Pero hay que recordar que los adeptos del Emperador practican el llamado Pasmo Bendito, mediante el cuál únicamente perciben la realidad que encaja en sus Sagradas Imágenes, y cuando aquélla no coincide en absoluto, sólo son percibidas éstas. De modo que cuando el Emperador y sus fieles critican Roma lo hacen únicamente con respecto a la grosera realidad en que se mueven los no iniciados, que el Emperador y sus acólitos desprecian. Y por esa misma razón, tampoco es contradictorio que un iniciado cualquiera critique el desigual reparto de riquezas en el orbe aunque él mismo disponga de ellas en abundancia, ya que el iniciado únicamente las acumula en el nivel inferior de la realidad, pero sin afectar al nivel superior del Bendito Pasmo (continuará)

jueves, 5 de junio de 2008

DE LA DISTANCIA ENTRE GOBERNANTES Y SUBDITOS

Recién llegado de peregrinación por tierras extrañas, me encuentro en esa situación en la que uno se pregunta por qué lo ha hecho, me refiero a volver, dado que los parajes visitados no sólo eran de una belleza sobrecogedora, sino que estaban habitados por mujeres de pelo como ala de cuervo, agresivas narices semejantes a la de Cleopatra, y que empleaban un peculiar tono impertinente al hablar, todo lo cual las hacía especialmente atractivas.

Y lo primero que tengo que contar es que el Emperador goza de cierto prestigio entre las gentes de otros reinos. Y esto creo que es debido a una deficiente circulación de la información, ya que, cuando a estos mismos que habían alabado al Emperador, les eran contados algunos aspectos concretos de su política, se les abrían los ojos desmesuradamente y se les ponía la boca en forma de “o”. Y así ocurría, por ejemplo, cuando se les decía que en muchas partes de Roma los niños no pueden aprender latín en la escuela, noticia que pedían que les fuera repetida, y ante la que, con frecuencia, realizaban un movimiento rotatorio del índice en la sien, como poniendo en duda, bien la cordura del Emperador, bien la del que aquello les relataba, bien la de ambos. Y debo decir que, vista desde la lejanía, a mi mismo esta realidad me resultaba aún más increíble que estando inmerso en ella, por lo que pienso que todas las personas tendemos a convertir en normal lo que sucede de forma cotidiana, por muy desmesurado o absurdo que resulte

Y, con la comodidad que proporciona la distancia, he podido reflexionar sobre una peculiar circunstancia relacionada con este hecho, que es la siguiente. Parece claro que si se hiciera una consulta entre todos los romanos, para que expresaran su opinión sobre si el latín debería o no ser libremente impartido a todos aquellos que así lo pidieran, LXXXV o XC de cada C se manifestarían decididamente a favor. Y, sin embargo, ayer mismo fue abucheada en el senado la única representante que se atrevió a defender esa posibilidad en público. Y esto revela que a veces los políticos defienden intereses contrarios a los de los ciudadanos que representan.

Y es cierto que el interés elemental de los políticos, y, de hecho, el único que concurre en una gran mayoría de ellos, es alcanzar el poder, y, en este ejemplo que he puesto, las leyes que rigen los comicios parecen predeterminar cuáles van a ser sus preferencias. Pues de acuerdo con estas leyes los votos se organizan por provincias, de modo que en aquéllas en que existen grupos que defienden intereses exclusivos de esas provincias, como ocurre con los separatistas sabinos o los samnitas, el reparto total de votos les resulta favorable. Y como tanto el Emperador como el procónsul saben que al final tendrán que pactar con ellos para gobernar, es normal que sus políticas tiendan a ser muy tolerantes con ellos, les guste o no a los que les votan.

Pero esto no acaba de explicar la cuestión, pues si bien los gobernantes saben que necesitarán el apoyo de sabinos, samnitas y grupos similares para alcanzar el poder, no es menos cierto que también necesitan el voto de los ciudadanos reunidos en comicios, por lo que, cabría suponer, tendrían que tenerlos satisfechos para que les proporcionasen estos votos. Pero si, como parece, resulta que los ciudadanos están votando a políticos que no les están representando en asuntos de importancia, resulta que se está produciendo algún error a lo largo del proceso.

Y éste parece encontrarse en que muchos ciudadanos acostumbran a votar a sus políticos con el mismo criterio que usan cuando apuestan en las carreras del hipódromo, es decir, optando por los colores de unos u otros aurigas. Y esto lo saben perfectamente tanto el Emperador como el procónsul, y el primero lo aprovechó durante años hasta que decidió hacerse Dios para simplificar el proceso. Y el segundo muestra intención de comenzar a hacerlo ahora.
.
Y el primer síntoma que revela que los intereses de los políticos y los ciudadanos comienzan a divergir consiste en las palabras comienzan a perder su significado preciso y a estirarse para cubrir toda la fractura que se va abriendo. Y por eso el Emperador lleva tiempo encargándose de crear una nueva lengua, que sacrifica la precisión a la elasticidad, y no se descarta que el procónsul emprenda un camino similar.

viernes, 30 de mayo de 2008

Estaré ausente del foro algunos días por encontrarme viajando. No es necesario aclarar que no es la búsqueda del placer lo que me guía, sino el afán de conocimiento de otras gentes, otras costumbres y, por qué no decirlo, otras gastronomías. No descarto realizar in situ alguna crónica si encuentro algún locutorium a mano.

Ave atque vale

miércoles, 28 de mayo de 2008

PANTA REI

Invocando solemnemente a Heráclito, el oscuro pensador de Efeso, el procónsul ha vuelto a afirmar que todo cambia, que es imposible bañarse dos veces en el mismo río, que nada es eterno, todo se transforma, y otras cosas por el estilo. Y si bien tampoco ha especificado en esta ocasión cuál es la dirección del cambio que ha decidido emprender, muchos de sus seguidores han entendido perfectamente que los circunloquios del procónsul significan que ha decidido que si continúa oponiéndose a las aficiones de samnitas y sabinos jamás conseguirá ser Emperador, y que, por lo tanto, debe ser más comprensivo con ellos. Y resulta muy curioso que, a pesar de las huellas que desde hace tiempo delataban el nuevo rumbo conciliador emprendido por el procónsul, y a pesar de que él mismo ya se había encargado de confesarlo, sus defensores se empeñan en contradecir tanto al procónsul como a sus improntas afirmando que no pasa nada, y en insultar a todos los que se oponen al abandono por parte del procónsul de sus tradicionales bastiones, calificándolos de ambiciosos, orates o ambas cosas.

Y es que las cosas se han vuelto muy turbias dentro del bando del procónsul, y parece haberse abandonado el recurso a la razón para disipar las tinieblas. Y así por ejemplo, uno de los argumentos empleados para defender al procónsul consiste en afirmar que hay volver a las posiciones mantenidas cuando Josué el aznarita regía los destinos de Roma, como si los detractores del procónsul las hubieran abandonado para ocupar otras más extremas. Y esto resulta difícil de entender, porque si se hubiera producido este alejamiento habría tenido que ser bajo la dirección del propio procónsul. Y otro argumento usado para atacar a los que ahora critican al procónsul, consiste en afirmar airadamente que antes lo apoyaban, eludiendo que la causa de la crítica está, precisamente, en el cambio efectuado por el procónsul, y presentando a los actuales detractores como si fueran éstos, y no aquél, quienes hubieran mudado de opinión.

Y resulta singular que los partidarios del procónsul emplean ahora para defenderlo los mismos argumentos que antes empleaban los partidarios del Emperador para atacarlo, con lo que parecen estar dándoles la razón a éstos. Y así por ejemplo dicen que, a fin de cuentas, el nuevo acercamiento a los samnitas y sabinos no es tan grave porque ya se realizó en el pasado, olvidando que eso ocurrió antes de que los sabinos se aliaran, explícitamente, con los feroces asesinos que pueblan las tierras que gobiernan, y olvidando en este punto a Heráclito y sus doctrinas. Y los partidarios del Emperador se regocijan y se frotan las manos, y se han convertido, a su vez, en fervientes defensores del procónsul, lo que en sí resulta significativo. Y así ocurre con el efervescente Angiportus, que es capaz de defender un argumento y su opuesto a lo largo de una misma conversación, manteniendo en todo momento un tono que parece indicar que incluso los asuntos más enrevesados resultan de fácil comprensión para él y que evoca los establecimientos de venta de vinos. Pero quizás convenga hablar de él más detalladamente en otro momento.

lunes, 26 de mayo de 2008

EL EQUILIBRIO DE ARZAIUS

El que fuera líder indiscutible de los sabinos, Abiectus Arzaius, no ha querido ocultar su admiración por los fanáticos asesinos sabinos que, como el propio Arzaius, aspiran a que el reino de los sabinos renazca de sus cenizas y se sacuda el yugo de la opresión romana, usando, a falta de mejores argumentos, la amenaza, la extorsión, y el asesinato contra todos los que no están de acuerdo con el proyecto. Y hay que decir que este prodigio al que los sabinos aspiran excede en mérito al que se atribuye al ave Fénix, ya que éste al menos tuvo que existir con carácter previo a su renacimiento, mientras que los sabinos aspiran a hacer revivir a un ente que sólo ha existido en su imaginación.

Y es este Arzaius hombre de gesto adusto y modales destemplados, y tiene una prominente mandíbula inferior que le da un aire agresivo al tiempo que le proporciona cierto parecido con el personaje infantil Popóculus el marino. Y es Arzaius hombre de amplios conocimientos al que se atribuye la invención de la técnica de la división del trabajo, mediante la cuál unos agitan el árbol y otros recogen las nueces, incrementando notablemente el rendimiento global de la tarea. Es, además, hombre observador y dotado de excelente memoria, y, aunque parezca difícil de creer, es capaz de decir el nombre del fabricante de las bracarum que llevan sus más íntimos colaboradores debajo de sus togas. También, aunque esto no es inmediatamente deducible de su apariencia, parece ser aficionado al ejercicio físico, y acaba de retar al procónsul a un partido de pelota sabina, que éste parece ansioso por aceptar.

Pero quizás la mayor aportación realizada por Abiectus Arzaius esté en el campo del pensamiento político, pues es uno de los creadores, posiblemente junto con Tulio Medem, de la doctrina de la aequidistantia, máxima expresión de la ecuanimidad, la ponderación y la tolerancia, según la cual en toda relación entre opuestos la virtud se sitúa en el punto medio. Y así por ejemplo en la relación entre un asesino y su víctima, Arzallus se sitúa a medio camino entre la espalda que recibe la cuchillada y la mano que la propina, entendiendo el dolor y la satisfacción que se producen por ambas partes. Y esta doctrina es seguida con entusiasmo por el actual líder de los sabinos.

miércoles, 21 de mayo de 2008

ALGO MÁS SOBRE LA MODA ROMANA

Ayer nos contaba Domina Cupa la conversación sobre modas mantenida entre el procónsul y su nuevo camarada de pelo ensortijado, en la que ambos debatían sobre la conveniencia de que la toga cayera a la derecha o a la izquierda, y se lamentaban de las dificultades que encontraban al intentar que cayera por el centro, ya que les tapaba los ojos e impedía su visión. Y toda esta imagen del procónsul y su nuevo amigo colocándose la toga a uno u otro lado del cuerpo resultaba muy perturbadora, ya que a lo largo del proceso quedaban, como se puede suponer, con las vergüenzas al aire.
.
Y hay que decir que, en sus afanes de modernidad, el procónsul y su nuevo camarada tienen que tener en cuenta, sobre todo, que sus togas deben adaptarse a las modas de los samnitas y los sabinos. Y con respecto a la moda que rige entre los primeros, se dice son muy aficionados a envolverse en un lienzo que llaman “senyera”, y cuando hablan envueltos de este modo la conversación se hace muy difícil, porque cuando se les lleva la contraria alzan dramáticamente los brazos al cielo, se arañan las mejillas, se rasgan las togas y afirman que no se les esta contradiciendo a ellos sino atacando a todo el Samnio que ellos dicen representar, lo que resulta una escena muy vistosa de contemplar. En cuanto a los sabinos, la cosa se complica aún más, porque no sólo acostumbran también a hablar envueltos solemnemente en un lienzo similar, sino que además resulta muy difícil competir con ellos en cuestiones de moda, ya que son modernos desde hace 7000 años. Por el momento, nuestro Emperador ya ha adoptado la moda de las cejas a dos aguas impuesta por su Sumo Sacerdote, y no se descarta que el procónsul acabe perfilando las suyas de modo similar.
.
En cuanto a este nuevo camarada del procónsul poco puedo decir de él, pero se comenta que no es raro verlo por el foro hablando solo y murmurando para sí una extraña letanía que dice “quiero ser procónsul en lugar del procónsul”

lunes, 19 de mayo de 2008

DE POLÍTICA Y TOGAS

Del mismo modo que las burbujas que afloran a la superficie delatan el rumbo del pez sumergido, los movimientos y declaraciones que sus más allegados venían realizando a lo largo de estas últimas semanas permitían augurar cuál era el camino subterráneo que el procónsul había emprendido, muy alejado del mantenido hasta ahora. Y hoy este pez ha decidido subir a la superficie y confirmar el rumbo presagiado, y ha afirmado con campechanía que en la vida hay que cambiar de vez en cuando, y que lo contrario no es normal. Y al hablar de este modo, el procónsul parecía sugerir que las posiciones que cada uno mantiene, no sólo pueden ser mudadas como si se tratara de togas, sino que, como ocurre con éstas, es recomendable hacerlo periódicamente para no impregnarlas de sudor con los esfuerzos. Y con esto el procónsul parece querer emular al Emperador, que tampoco encuentra que las convicciones sean más importantes que las togas, y cuyos súbditos aceptan con total naturalidad las mudanzas de su vestuario. Y hay que recordar que el procónsul no había conseguido ganar en los pasados comicios, pero sus seguidores habían encajado bien la derrota y habían manifestado su clara voluntad de segur luchando, pero parece que el procónsul, en su bondad, ha querido ahorrarles a ellos y a sí mismo tantos esfuerzos que ahora le parecen estériles. Y, de este modo, parece que el procónsul sigue afanosamente los pasos emprendidos por el Emperador, quizás con la voluntad de que a él también le sea reconocida algún día reconocida su divinidad. Pero hay muchos seguidores del procónsul, que encuentran muy singular esto de que las convicciones se ajusten a la moda, y que prefieren andar con las mismas convicciones, aunque estén sudadas por el esfuerzo, antes de cambiarlas por otras que no se ajustan nada bien a sus osamentas.
.
p.s. Saludos a Domina Cupa, y espero que se recupere pronto de su estado febril.

miércoles, 14 de mayo de 2008

EL PROGRESSUS IMMACULATUS

Antes de seguir adelante con otros asuntos, creo que es conveniente dar una muy ligera explicación acerca de la religión del Emperador, pues de otro modo no es posible comprender plenamente las cosas que suceden en Roma. Y debo pedir disculpas al lector que se aventure a acompañarme, pues me aventuraré por caminos tortuosos y oscuros, muy difíciles de seguir para los no iniciados en dicha fe.
.
El Progressus Immaculatus, la religión del Emperador, propugna superar la realidad, siempre engañosa, y alcanzar un estadio superior de la existencia mediante la contemplación de los Dogmas. Cada fiel que decide emprender este camino de iluminación se convierte en un gladiator progressum, lo que inmediatamente le confiere una superioridad moral e intelectual sobre todos aquellos que deciden permanecer en las tinieblas, y en especial frente a los daemonii retrogradii, que son, resumiendo, los seguidores del procónsul. Estos daemonii retrogradii son esencialmente malvados y sólo ven la realidad en tonos de color gris oscuro, en contraposición con los iniciados, que aspiran a un mundo en colores.
.
La contemplación de los Dogmas sustituye al proceso intelectual, de modo que los fieles, liberados de la carga del razonamiento, pueden dedicar todas sus energías a alcanzar la Luz. Estos Dogmas son presentados mediante la doctrina llamada de la dialéctica, que consiste en la presentación de imágenes contrapuestas que muestran simultáneamente el camino del bien y del mal. Así por ejemplo el Dogma de la Paz consiste en un medallón en cuyo anverso aparece una paloma con un ramo de olivo en el pico, y cuyo reverso, llamado tenebroso, muestra a un seguidor del procónsul degollando a un persa. El Dogma del Cambio Climático, presenta en el anverso a un cervatillo atravesando un arco iris, y en el reverso tenebroso a un seguidor del procónsul hundiendo un barco cargado de óleo. El Dogma de la Alianza entre la Civilización y los Bárbaros muestra a un círculo de personas de distintos colores y atuendos con las manos entrelazadas y cantando alegremente por un lado, y a un daemonium pisando el cuello de un númida y quitándole la comida por el otro. El de la Igualdad, presenta por una de sus caras a un hombre y una mujer trabajando codo con codo, y por la otra a un seguidor del procónsul tirado en un triclinium al que su matrona le proporciona una cerveza*. Y el Dogma de la Tolerancia muestra en el anverso a dos gladiadores del mismo sexo besándose en ante la mirada benévola de un tercero, y en el reverso a un daemonium usando a esos mismos gladiadores para elaborar una antorcha.
.
La contemplación de los Dogmas permite a los fieles saber inmediatamente cuál es el camino a seguir, y despierta inmediatamente su justa indignación contra los tenebrosos daemonii. Es cierto que esto presenta algunas contradicciones, y así por ejemplo resulta que el Dogma de la Paz mantiene a los fieles en constante beligerancia contra los seguidores del procónsul, pero esto resulta muy conveniente ya que los daemonii están permanentemente empeñados en entorpecer el camino de la Iluminación, y, en cualquier caso, el fulgor del Emperador se encarga de apagar las contradicciones y suplir con su luz la coherencia de los argumentos. Y con esta explicación doy por terminada esta aproximación al asunto.
.
* Bebida recientemente importada de Germania
.
p.s. Recién llegado de viaje más allá del Mare Nostrum, me he encontrado con que, como ilustración a este comentario, la Suma Sacerdotisa del ramo ha tenido la gentileza de mostrar el anverso del Dogma de la Igualdad, lo que públicamente agradezco.

lunes, 12 de mayo de 2008

LA SIBILA Y EL NÚMIDA LÚBRICO

Se cuenta estos días por el foro que la Sibila de Cumas ha venido muy enfadada del viaje que ha realizado por tierras de los númidas. Resulta que en el transcurso de dicho viaje la Sibila ha tenido que recibir a un orondo númida que disponía de varias mujeres para satisfacer sus necesidades, tanto domésticas como de las otras, y esto es algo que no está muy bien visto en Roma, donde hombres y mujeres gozan de igual respeto y consideración. Pero lo que ha perturbado profundamente la sensibilidad de la Sibila es que el númida estaba infringiendo uno de uno de los Dogmas de la religión imperial conocido por los adeptos como aequalitas númerus generis, o igual número de cada género, que consiste en que en toda institución debe haber un número igual de hombres que de mujeres. Sucede, sin embargo, que es habitual entre los númidas, gente de desaforados apetitos, tener cuantas mujeres quieran (o puedan), ya que para ellos las mujeres no están destinadas a desempeñar grandes tareas más allá de la satisfacción de las necesidades carnales de los hombres, la preparación de su condumio y el mantenimiento de sus atuendos en correcto estado de limpieza. Y dicen que hay algunas tribus en las que, con el fin de que las mujeres se concentren en estas tareas y no sean víctimas de distracciones innecesarias, los hechiceros las bendicen con la ablatio genitalis.

El caso es que la Sibila no podía increpar al númida como habría merecido, porque ocurre que uno de los pilares de la política del Emperador es la llamada Alianza de la Civilización y los Bárbaros, según la cuál todas las normas y costumbres de los pueblos son igual de buenas y saludables, sean las de Roma o las de los salvajes necrófagos, y según esto, si los númidas tienen poca consideración por las mujeres sus razones tendrán. Y esta Alianza merece un comentario, o varios, aparte, lo que pasaré a hacer en los próximos días.
p.s. Felicidades a Tulia Germánica en su anniversarium.

viernes, 9 de mayo de 2008

EL HECHIZO DEL ECÓNOMO

Finalmente Petrus, el ecónomo del Emperador, ha admitido que la escasez amenaza las arcas de Roma. Lo cierto es que el procónsul venía advirtiendo sobre ello desde los pasados comicios, y el Emperador se enfadaba con él y lo llamaba antipatriota, pero en cambio ahora no parece que ponga en duda el amor a Roma de su ecónomo. Y es que en estos tiempos las palabras cambian de significado según quien sea quien las utilice. Porque hoy mismo Máximo Mendácitor, responsable de la seguridad del Emperador, ha recomendado prevención contra el continuo goteo de bárbaros que se filtra a lo largo del limes, siendo sus palabras recibidas como un ejemplo de gran cordura y sabiduría, pero olvidando que cuando el procónsul hizo lo mismo hace pocas semanas fue puesto de vuelta y media.

En cualquier caso ahora el ecónomo se encuentra con serios problemas para manejar el erario de Roma. Porque ocurre que el Emperador es muy aficionado a usar el tesoro para ganarse el cariño de sus súbditos, especialmente el de los samnitas y sabinos, de modo que el ecónomo se ve obligado a pagar sin descanso, y es por eso por lo que es conocido como Petrus Solvens. Y este ecónomo goza de una gran reputación como gestor del tesoro, a pesar de que la última vez que tuvo a su cargo el de Roma dejó exhaustas sus arcas. Pero ocurre que los que se enfrentan con él encuentran muy difícil responder a sus argumentos, y se quedan como encantados mientras el ecónomo habla. Y hay quien opina que la explicación se encuentra en que el ecónomo es, además, un poderoso hechicero y que, cada vez que se pone a hablar sobre sextercios, emplea un tono monocorde, que es como una salmodia que va desgranando un sortilegio que cautiva a su oyente y anula su voluntad y aún su consciencia. Y esto debe de ser cierto, porque cualquiera puede observar que en cuanto el ecónomo comienza a hablar los rostros experimentan una transformación que consiste en que las cejas se alzan como intentando infructuosamente detener a los párpados que irremediablemente van descendiendo, mientras que la mandíbula inferior se va descolgando progresivamente. Y cuando el ecónomo deja de hablar parece que el sortilegio cesa, ya que es frecuente ver como el oyente experimenta un sobresalto y es incapaz de recordar las palabras que el ecónomo ha empleado, con lo que su facultad de argumentar queda muy mermada. Y esto es lo que, según dicen, ha permitido mantener hasta ahora el prestigio del ecónomo, a pesar de que las evidencias no parecen confirmarlo.

jueves, 8 de mayo de 2008

LOS SABINOS Y ESCULAPIO

Se comenta con perplejidad estos días por el foro el método con el que los sabinos escogen a sus médicos. Pues parece ser que a los sabinos no les importa si estos médicos están versados en las enseñanzas de Galeno o se conocen de corrido el Corpus Hipocráticum, sino que lo único que les interesa es que dominen la lengua sabina. Y esto resulta singular, pues cabría pensar que es más importante saber detectar rápidamente dolencias y enfermedades que el nombre que éstas tienen en sabino, e igualmente que es más importante dominar técnicas de curación que saber cómo son llamadas en esa lengua. Y así, continuando con los ejemplos, podría pensarse que si se necesitara una trepanación lo más importante sería tener a mano un médico hábil en esos métodos, pero ante esto los sabinos se ríen y afirman que nadie puede dar a ellos lecciones en el arte de las trepanaciones, y aún de las lobotomías colectivas.

Y hay quien opina que para los sabinos, como los samnitas, la lengua es la principal herramienta que usan para diferenciarse del resto de los romanos, y que tienen el propósito de acabar creando tales diferencias que la separación de Roma acabe viéndose como la única alternativa natural. Y en esto cuentan con la complicidad del Emperador, para quien Roma es un concepto que se discute y debe ser discutido, y a quien le parece mucho más acorde con la modernidad de los tiempos dividir a Roma en partes y que luego éstas firmen un foedus asimétricus. Y ya se ha empezado a recorrer el camino en esa dirección, y los samnitas aprobaron recientemente un estatuto que, en opinión de algunos, viola descaradamente lo establecido en la Ley de las XII Tablas, máxima ley de Roma. Pero ya se comenta que la jurista encargada de defender esta norma, que pertenece a la gens Emilia y es de nombre Domus, está dispuesta a mirar a otra parte y dar por bueno lo aprobado por los samnitas. Y el procónsul, que antes se oponía tenazmente a este proceso de desintegración parece que poco a poco empieza a mirarlo con simpatía.

martes, 6 de mayo de 2008

LA VIEJA GUARDIA DEL PROCÓNSUL

Es noticia en estos días que el procónsul ha comenzado a licenciar a sus viejos generales, veteranos de mil campañas. Y alguno, como el valiente y clarividente Aurícula Maioris refunfuña ante esa medida del procónsul al entender que prescindir de ellos supone un desperdicio de capacidad, pues lo cierto es que estos generales no son de ningún modo viejos y están en esa edad en la que aúnan la sabiduría acumulada a lo largo de los años con la plenitud de sus facultades. Pero se aduce que estos generales, si bien es cierto que son valientes y leales, no están ganando las últimas batallas, por lo que no deben seguir al mando de las tropas. Pero ocurre que los nuevos mandos del procónsul, los que parecen destinados a sustituir a los viejos generales, no parecen ser mejores estrategas, más bravos o más combativos, sino más simpáticos. Y así parece que el procónsul podría haber llegado a la conclusión de que, dado que el adversario es fuerte, lo mejor para evitar las continuas derrotas es rendirse y unirse a él. Y esto no gusta a muchos partidarios del procónsul, que argumentan que no se trata meramente de ganar o perder como si se tratase de una carrera de aurigas en el hipódromo, sino de las posiciones que se defienden en la batalla, y por eso lo importante es que la causa defendida sea justa y, a partir de ahí, intentar ganar. Y añaden los que esto dicen que, por otra parte, si lo único decisivo fuera ganar o perder batallas el primero que tendría que ser licenciado en la derrota sería el jefe de todos los generales, es decir, el procónsul.

Y así podría resumirse que el motivo de los licenciamientos señalados está en que, si bien los generales no están viejos, sí que tienen algunas partes de sus cuerpos claramente anquilosadas, y así por ejemplo las comisuras de sus labios carecen de la elasticidad requerida para sonreír con la simpatía requerida por el procónsul. Y además sus huesos tienen ya una rigidez que les imposibilita adoptar nuevas posturas, y por eso el procónsul se ha rodeado de nuevos colaboradores cuyas articulaciones parecen notablemente flexibles, y cuyos esqueletos son, a lo sumo, cartílagos, y este parece ser el caso de la sacerdotisa Soraya, nueva mano derecha del procónsul. Y lo cierto es que con todos estos cambios, y a pesar de tanto derroche de simpatía o precisamente a causa del mismo, muchos seguidores del procónsul comienzan a ver el futuro tan oscuro como si se encontraran permanentemente dentro de una catacumba, y muchos de ellos comienzan a pensar que en estos momentos la única luz que puede verse al final del negro túnel es Rosa.