Esta semana ha sido noticia el dispendio de dos millones de sestercios del erario realizado por el gobernador de los etruscos para arreglar el palacio en que ejerce sus funciones. Y hay que decir que tanto los ciudadanos etruscos como los del resto de Roma se han alarmado por lo excesivo de este gasto realizado a sus expensas, y más aún cuando se han enterado de que medio millón de esos sestercios se han dedicado, exclusivamente, a la compra de mobiliario del despacho del gobernador, es decir, una silla aquí y un triclinium allá. Y como, a fin de cuentas, son los ciudadanos los que proporcionan, no sólo el oro para el fisco, sino también sus votos en los comicios, la portavoz de finanzas del Emperador, pues hay que decir que el tal gobernador de los etruscos es de su misma facción, ha tenido que salir a dar explicaciones. Y así, actuando como un oráculo al que los dioses estuvieran poniendo palabras extrañas en la boca, ha dicho que esos gastos no son más que “el chocolate del loro”.
Y si con esto pretendía tranquilizar a sus oyentes, hay que decir que los ha dejado aún más intranquilos, porque ellos creían que se estaba hablando del gobernador y de sestercios, y, al no saber qué es chocolate y qué es loro, dudan sobre el sentido que debe darse a esta misteriosa revelación. Y hay algunos eruditos que se han apresurado a dar una interpretación mitológica, diciendo que el loro, como el alacanto, es una mítica ave que se alimenta de oro, estando éste alegóricamente representado por el chocolate. Y según esta interpretación, las palabras de la portavoz de finanzas del Emperador serían meramente descriptivas aunque simbólicas, pues estaría limitándose a decir que el actual gobernador de los etruscos es, en realidad, un pájaro legendario que se dedica a engullir oro proveniente del las arcas públicas.
Pero hay otros que sostienen que con lo del chocolate y el loro la portavoz délfica estaba queriendo hacer referencia a que esa cantidad utilizada por el gobernador es, en realidad, insignificante en relación con el total de dinero público que maneja, por lo que no hay razón para hacer tanto ruido. Pero, si se piensa bien, esto no hace más que empeorar el asunto, pues debemos tener en cuenta tres cosas. En primer lugar, que si para realizar una tarea elemental como es el decorado de su despacho, el gobernador emplea una cantidad, digamos, cincuenta veces superior a la que usaría un ciudadano común, resulta que su capacidad como gestor y mandatario de los ciudadanos es muy deficiente, lo que es motivo suficiente para alarmarlos. En segundo lugar, que puesto que, efectivamente, ese gasto que ha salido a la luz representa una fracción mínima del total manejado por el gobernador, los ciudadanos podrían estar tentados de extrapolar este despilfarro detectado, desde la fracción al total, y entonces la preocupación crecería aún más. Y en tercero, que, puesto que ni el gobernador ni la portavoz encuentran preocupante el dispendio realizado, esto quiere decir que su sensibilidad a la hora de manejar el dinero encomendado por los ciudadanos es aún más deficiente que su capacidad como gestores. Esta interpretación, por tanto, podría considerarse profética, pues estaría destinada a revelar, aún de un modo tortuoso, la escasa idoneidad del gobernador, y de la propia portavoz, como mandatarios de los ciudadanos.
Y sin embargo los políticos parecen haber cobrado afición a este argumento del chocolate y el loro. Y hoy mismo Lammunar, cuyas hazañas son tales que también parecen mitológicas, ha declarado que el hecho de que el portavoz del gobierno de las ínsulas, perteneciente a su facción, esté siendo atendido por los tribunales y, previsiblemente, vaya a dar con sus huesos en el ergástulo, también es un asunto de importancia menor.
Y si con esto pretendía tranquilizar a sus oyentes, hay que decir que los ha dejado aún más intranquilos, porque ellos creían que se estaba hablando del gobernador y de sestercios, y, al no saber qué es chocolate y qué es loro, dudan sobre el sentido que debe darse a esta misteriosa revelación. Y hay algunos eruditos que se han apresurado a dar una interpretación mitológica, diciendo que el loro, como el alacanto, es una mítica ave que se alimenta de oro, estando éste alegóricamente representado por el chocolate. Y según esta interpretación, las palabras de la portavoz de finanzas del Emperador serían meramente descriptivas aunque simbólicas, pues estaría limitándose a decir que el actual gobernador de los etruscos es, en realidad, un pájaro legendario que se dedica a engullir oro proveniente del las arcas públicas.
Pero hay otros que sostienen que con lo del chocolate y el loro la portavoz délfica estaba queriendo hacer referencia a que esa cantidad utilizada por el gobernador es, en realidad, insignificante en relación con el total de dinero público que maneja, por lo que no hay razón para hacer tanto ruido. Pero, si se piensa bien, esto no hace más que empeorar el asunto, pues debemos tener en cuenta tres cosas. En primer lugar, que si para realizar una tarea elemental como es el decorado de su despacho, el gobernador emplea una cantidad, digamos, cincuenta veces superior a la que usaría un ciudadano común, resulta que su capacidad como gestor y mandatario de los ciudadanos es muy deficiente, lo que es motivo suficiente para alarmarlos. En segundo lugar, que puesto que, efectivamente, ese gasto que ha salido a la luz representa una fracción mínima del total manejado por el gobernador, los ciudadanos podrían estar tentados de extrapolar este despilfarro detectado, desde la fracción al total, y entonces la preocupación crecería aún más. Y en tercero, que, puesto que ni el gobernador ni la portavoz encuentran preocupante el dispendio realizado, esto quiere decir que su sensibilidad a la hora de manejar el dinero encomendado por los ciudadanos es aún más deficiente que su capacidad como gestores. Esta interpretación, por tanto, podría considerarse profética, pues estaría destinada a revelar, aún de un modo tortuoso, la escasa idoneidad del gobernador, y de la propia portavoz, como mandatarios de los ciudadanos.
Y sin embargo los políticos parecen haber cobrado afición a este argumento del chocolate y el loro. Y hoy mismo Lammunar, cuyas hazañas son tales que también parecen mitológicas, ha declarado que el hecho de que el portavoz del gobierno de las ínsulas, perteneciente a su facción, esté siendo atendido por los tribunales y, previsiblemente, vaya a dar con sus huesos en el ergástulo, también es un asunto de importancia menor.
6 comentarios:
Ave crem oh Callo.
En realidad no veo que la portavoz de finanzas esté tan equivocada con lo del chocolate del loro. "El chocolate del loro" es un dicho popular que usa mucho el pópulus cuando se refiere a algo que se considera una minutia , y sin duda los arreglos de palacios y cuadrigas de los gobernadores de las provincias del Imperio, tan de moda últimamente, no son sino minutias comparado con la que nos está preparando el mismísimo Emperador.
En efecto, el Emperador se dispone a prestar C M millones de sestercios este año y otros tantos el año que viene a los más ricos usureros del imperio con el supuesto afán de rescatarles de las aguas turbulentas por las que dicen navegar debido, como no podía ser de otra manera, a la maldad y perfidia de Arbustus el Maligno. Por supuesto que el emperador, en su infinita bondad, hace todo esto por el bien del pópulus. Pero de las turbulencias y tribulaciones por las que pasa el pópulus mejor ni hablamos.
El caso es que el Emperador es partidario de usar la teoría de la "opácitas" para el reparto de nuestros sestercios, con el consiguiente peligro de que no nos enteremos de cuanto, a quien y cómo llegan esos sestercios y cuantos se quedan por el camino debido a la avaritia de los "novus acaudalatus", aquellos que como Cucúmbero Albo, nunca han comido caliente, pero se han dado cuenta de que adoran los setercios y se han jurado no volver a pasar fames nunca más.
No es por nada, pero en el resto del orbe esos mismos repartos se harán acogiéndose a la regla de la "transparentia", que es justo lo contrario de la opácitas.
Así las cosas, Callo, y aunque de miedo decirlo, lo que hemos visto hasta ahora es en efecto el chocolate del loro.
Salve.
Ave Apóstolos.
Pues siento admitir que tienes toda la razón. En este río revuelto, y con esto de echar la culpa a Arbustus, el Emperador y su cohorte han encontrado la excusa ideal para matar dos pájaros de un tiro: disimular la deplorable situación de las finanzas y manejar ingentes cantidades de dinero a salvo de miradas indiscretas. Y es previsible que, si en asuntos tan triviales como la decoración de un despacho se puede derrochar con esa alegría, en las cifras colosales que ahora se manejan los caudales que se derivaran hacia manos privadas serán ingentes.
Así que tienes razón. El asunto da mucho, mucho miedo.
la indecencia de estos "encurtidos" da asco ad nauseam.
salve,
DOMINA CUPA dixit:
Salve Callo. Por fin me incorporo al foro tras larga ausencia. Tras leer tu historia me asalta una duda, bueno, en realidad son dos:
¿la cantidad de sestercios gastada, no será el primer plazo?
¿ha pagado con oro de verdad o ha usado lo que en lejanas tierras se llama "oro de plasticum"? Parece ser que la segunda forma de pagar, es usada por muchos gobernadores porque dicen que así ganan "puntos". Los puntos deben de ser algo muy valioso, mucho más valioso que el oro, porque la gente acumula montones de ellos para cambiarlos por "regalos divinos". ¿no será que el gobernador quiere cambiar todos esos puntos por un loro de chocolate?
Si el emperador hace el mismo uso con las arcas del imperio, ¿cuántos loros conseguirá? ¿se convertirá el loro en el emblema imperial?
Disculpa mis dudas, pero es que estoy aturdida ante tanta información.
Salve Dómina Cupa, me alegro de verte de nuevo por el foro. Efectivamente, tus reflexiones plantean nuevos interrogantes en este asunto de por sí intrincado. Yo, por mi parte, también he investigado y he averiguado que el mitológico loro se caracteriza por saber imitar la voz humana y ser capaz de repetir palabras aún sin entender su significado, y en eso también se parece a algunos de nuestros políticos. Seguiremos estudiando este tema apasionante.
Con mis mayores deseos de que paséis tú y tu familia unas felices Navidades.
Un abrazo.
VILLANCICO DE NAVIDAD
Terly
Fue un día veinticinco de Diciembre,
cuando nació el Niño Jesús en Belén,
¡Qué frío más grande el de aquella noche!
se helaron los charcos y el pozo también.
María y José cantaban al Niño
canciones más viejas que Matusalén
y los pastorcillos con gracia sonaban
zambombas, panderos y hasta la sartén.
Mientras la mula y el buey resoplaban
y daban calor al Rey en los pies,
los Magos le dieron valiosos regalos
de oro, incienso, mirra y dijeron, amén.
Una estrella brillaba en el cielo
que iluminaba toda Jerusalén,
¡anuncio de Dios que a todos traía
un mensaje de amor, de paz y de bien!...
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