Estos días el procónsul Mariano ha ido manifestando a todos aquellos que le han prestado sus oídos que en adelante él y sus seguidores serán mucho más simpáticos. Ocurre que el proconsul llevaba tiempo enfrentándose a los samnitas y a los sabinos porque prohíben a los comerciantes anunciar su género en latín. Y sucede que si bien el samnita es parecido al latín, el sabino es de dificilísima comprensión, por lo que aquellos que pasan por delante de los establecimientos y ven los anuncios en estas lenguas no tienen manera de saber lo que en ellos se vende hasta que ya están dentro. Y así ocurre que alguno que quiere comprar aceite se mete por error en un establecimiento que vende clámides, y acaba comprándose una que no necesita por vergüenza de salir con las manos vacías. Y también ocurre que viajeros que buscan una panadería se meten, sin saberlo, en un lupanar, o al menos así lo cuentan a sus matronas. Y por ello hasta ahora el procónsul Mariano había venido quejándose de esta situación, con lo que los samnitas y sabinos han acabado cogiéndole manía y los seguidores del procónsul no son bien tratados por éstos. Y ocurre que por el contrario nuestro Emperador goza de gran simpatía entre samnitas y sabinos por las dádivas y prebendas que sin interrupción les dispensa, y todo ello ha acabado afectando al procónsul. Y lo cierto es que la situación no esta equilibrada entre el Emperador y el procónsul, porque éste no sólo resulta antipático sino que es de gesto adusto, mientras que el Emperador no sólo se muestra con una sonrisa perenne sino que además es Dios. Esta condición divina del Emperador fue reconocida oficialmente mediante un decreto en los pasados idus de marzo, pero era algo que todos sus seguidores venían reconociendo tácitamente desde hace tiempo. Y así parece que el procónsul ha llegado a la conclusión de que la única manera de competir con el Emperador es seguir sus pasos, y ya ha comenzado a pedir a sus seguidores que crean no en la fuerza de sus argumentos sino en el fulgor de su divinidad aunque de momento no acaba de tener éxito en esta empresa. Y también ha decidido mostrarse más cordial y campechano, especialmente con los samnitas y sabinos, y ya no se acuerda de los carteles de los establecimientos y ha comenzado a adoptar una sonrisa a imagen de la del Emperador, y en esto ha sido seguido de forma entusiasta por algunos de sus pretorianos del norte, a pesar de que tampoco acaban de cuajar estos intentos y por el momento algunos maledicientes se refieren a él al verle prodigar tanta simpatía forzada como Mariano el del Rictus de Marzo.
viernes, 25 de abril de 2008
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