En el día de ayer el gobernador de las ínsulas baleáricas, miembro del Partido Imperial, evacuó un Edicto según el cuál en adelante la única lengua que podrá ser utilizada en las comunicaciones oficiales será el samnita. Y a partir de ahora todos los funcionarios de las ínsulas deberán emplear únicamente el samnita en todos sus escritos y documentos, y los ciudadanos que se dirijan a ellos en latín serán respondidos en esa lengua, y sólo si protestan mucho serán finalmente contestados en latín. Y también será necesario cambiar todas las señalizaciones de los edificios públicos para que sólo aparezcan en samnita, y en esto habrá que rogar a los dioses que no se produzcan incendios y la gente acabe corriendo hacia el fuego en lugar de hacia la salida, porque ya se cuenta que un romano que visitaba las ínsulas no entendió un cartel que proclamaba “vía cortada” en samnita y acabo despeñándose con su cuadriga por un precipicio. Y es que ocurre que las lenguas locales son utilizadas por los gobernadores como herramientas para diferenciarse del resto de Roma y poder recibir cuantiosas aportaciones del erario público a costa de esa diferencia. Y sucede que los gobernadores envuelven esta utilización de la lengua con los vistosos ropajes de la cultura y pronunciando sonoros discursos sobre el espíritu de los pueblos, y este afán por la cultura que acostumbran invocar se compadece mal con su ansia por proscribir simultáneamente el latín, y frecuentemente se compadece aún peor con los estudios que los propios gobernantes han cursado. Y estos gobernantes locales se cuidan también de que en las escuelas no se enseñe el latín, por más que los padres de los infantes protesten, y así sucede que se acaban creando diferencias reales donde antes no existían, y así los gobernantes acaban actuando como arúspices dedicados a la realización de sus propios augurios. Y en estos territorios, los que hablan latín reaccionan de muy distinta manera, pues mientras unos se enfadan otros intentan disfrazarse de samnitas o sabinos, según los casos, y fingir que adoptan sus costumbres, y los samnitas y sabinos se divierten mucho a costa de ellos. Y ocurre que muchas veces estos latinos disfrazados se convierten en más fanáticos que los verdaderos samnitas y sabinos.
Y, en suma, resulta que en ciertos territorios de Roma el status civitatis no resulta suficiente para garantizar la plena ciudadanía, sino que existe un status superior al que sólo pueden acceder las castas locales. Y así los que hablan latín en estos territorios tiene muy difícil acceder a los fondos y a los empleos públicos, aunque se les permite pagar impuestos igual que a los locales. Y los representantes del procónsul en las ínsulas han dado la callada por respuesta al Edicto, y tampoco el propio procónsul ha hablado, quizás temiendo que si lo hicieran dejarían de ser simpáticos.
Y, en suma, resulta que en ciertos territorios de Roma el status civitatis no resulta suficiente para garantizar la plena ciudadanía, sino que existe un status superior al que sólo pueden acceder las castas locales. Y así los que hablan latín en estos territorios tiene muy difícil acceder a los fondos y a los empleos públicos, aunque se les permite pagar impuestos igual que a los locales. Y los representantes del procónsul en las ínsulas han dado la callada por respuesta al Edicto, y tampoco el propio procónsul ha hablado, quizás temiendo que si lo hicieran dejarían de ser simpáticos.