Estas calendas de septiembre se han inaugurado con Cucúmbero Albo flagelando al Procónsul en el foro, para gran desconcierto de éste, que llevaba mucho tiempo esforzándose por ser simpático. Pero parece que estos intentos estaban destinados al fracaso, porque dentro del progressus immaculatus, el Procónsul y sus seguidores tienen asignado un papel muy preciso, que es el de demonios. Y es este un papel de gran importancia para los adeptos de esta religión ya que, de manera paradójica, estos adeptos encuentran su razón de ser, precisamente, en la existencia de los demonios, pues, de acuerdo con su doctrina, los demonios son la imagen opuesta de los acólitos del progressus. Y así los acólitos necesitan a los demonios para contemplarse y reconocerse a sí mismos, como si miraran un peculiar espejo que devolviera la imagen contraria de aquél que en él mirara. Y así, al contemplar la imagen corrompida y depravada de los odiados demonios, los fieles se ven a sí mismos revestidos de todas las virtudes y pueden regocijarse en consecuencia, pero, por el contrario, cuando el procónsul y sus seguidores intentan ser simpáticos y disimular su condición, los fieles se ven desconcertados porque, al desaparecer los demonios, cuando miran en su particular espejo inverso se encuentran con la nada, con lo que quedan sumidos en la desesperación.
Por eso Cucúmbero Albo ha reaccionado con presteza al adivinar el ardid del Procónsul, e inmediatamente se ha encargado de arrancarle la careta y exponerlo en su turbadora apariencia. Y se dice que el Emperador, considerando los valiosos servicios que Cucúmbero presta, está considerando la posibilidad de divinizarlo, e incorporarlo, junto a él al Panteón del progressus. Y se dice que, puesto que él es el encargado de lidiar con los tenebrosos demonios, se le proporcionarán competencias sobre el mundo subterráneo que hasta ahora correspondían a Plutón. Y se dice que su efigie será similar a la de Anubis, el dios con cabeza de chacal que, según los egipcios, es el encargado de lidiar con estos asuntos, aunque, en el caso de Cucúmbero, tendrá rostro de hurón.
Sin embargo, algunos sostienen que Cucúmbero es en realidad un ser creado a partir de barro y detritus por el Emperador, desprovisto por ello de sustancia y raciocinio y sólo apto para realizar tareas mecánicas y repetitivas, que es lo que los judíos denominan golem. Y hay otros que van más allá, y se atreven a afirmar que el propio Emperador no es, a su vez, más que un golem creado para difundir el desconcierto en Roma, pero estas creencias exceden mi conocimiento, por lo que no hablaré más de ellas.
Por eso Cucúmbero Albo ha reaccionado con presteza al adivinar el ardid del Procónsul, e inmediatamente se ha encargado de arrancarle la careta y exponerlo en su turbadora apariencia. Y se dice que el Emperador, considerando los valiosos servicios que Cucúmbero presta, está considerando la posibilidad de divinizarlo, e incorporarlo, junto a él al Panteón del progressus. Y se dice que, puesto que él es el encargado de lidiar con los tenebrosos demonios, se le proporcionarán competencias sobre el mundo subterráneo que hasta ahora correspondían a Plutón. Y se dice que su efigie será similar a la de Anubis, el dios con cabeza de chacal que, según los egipcios, es el encargado de lidiar con estos asuntos, aunque, en el caso de Cucúmbero, tendrá rostro de hurón.
Sin embargo, algunos sostienen que Cucúmbero es en realidad un ser creado a partir de barro y detritus por el Emperador, desprovisto por ello de sustancia y raciocinio y sólo apto para realizar tareas mecánicas y repetitivas, que es lo que los judíos denominan golem. Y hay otros que van más allá, y se atreven a afirmar que el propio Emperador no es, a su vez, más que un golem creado para difundir el desconcierto en Roma, pero estas creencias exceden mi conocimiento, por lo que no hablaré más de ellas.