viernes, 30 de mayo de 2008

Estaré ausente del foro algunos días por encontrarme viajando. No es necesario aclarar que no es la búsqueda del placer lo que me guía, sino el afán de conocimiento de otras gentes, otras costumbres y, por qué no decirlo, otras gastronomías. No descarto realizar in situ alguna crónica si encuentro algún locutorium a mano.

Ave atque vale

miércoles, 28 de mayo de 2008

PANTA REI

Invocando solemnemente a Heráclito, el oscuro pensador de Efeso, el procónsul ha vuelto a afirmar que todo cambia, que es imposible bañarse dos veces en el mismo río, que nada es eterno, todo se transforma, y otras cosas por el estilo. Y si bien tampoco ha especificado en esta ocasión cuál es la dirección del cambio que ha decidido emprender, muchos de sus seguidores han entendido perfectamente que los circunloquios del procónsul significan que ha decidido que si continúa oponiéndose a las aficiones de samnitas y sabinos jamás conseguirá ser Emperador, y que, por lo tanto, debe ser más comprensivo con ellos. Y resulta muy curioso que, a pesar de las huellas que desde hace tiempo delataban el nuevo rumbo conciliador emprendido por el procónsul, y a pesar de que él mismo ya se había encargado de confesarlo, sus defensores se empeñan en contradecir tanto al procónsul como a sus improntas afirmando que no pasa nada, y en insultar a todos los que se oponen al abandono por parte del procónsul de sus tradicionales bastiones, calificándolos de ambiciosos, orates o ambas cosas.

Y es que las cosas se han vuelto muy turbias dentro del bando del procónsul, y parece haberse abandonado el recurso a la razón para disipar las tinieblas. Y así por ejemplo, uno de los argumentos empleados para defender al procónsul consiste en afirmar que hay volver a las posiciones mantenidas cuando Josué el aznarita regía los destinos de Roma, como si los detractores del procónsul las hubieran abandonado para ocupar otras más extremas. Y esto resulta difícil de entender, porque si se hubiera producido este alejamiento habría tenido que ser bajo la dirección del propio procónsul. Y otro argumento usado para atacar a los que ahora critican al procónsul, consiste en afirmar airadamente que antes lo apoyaban, eludiendo que la causa de la crítica está, precisamente, en el cambio efectuado por el procónsul, y presentando a los actuales detractores como si fueran éstos, y no aquél, quienes hubieran mudado de opinión.

Y resulta singular que los partidarios del procónsul emplean ahora para defenderlo los mismos argumentos que antes empleaban los partidarios del Emperador para atacarlo, con lo que parecen estar dándoles la razón a éstos. Y así por ejemplo dicen que, a fin de cuentas, el nuevo acercamiento a los samnitas y sabinos no es tan grave porque ya se realizó en el pasado, olvidando que eso ocurrió antes de que los sabinos se aliaran, explícitamente, con los feroces asesinos que pueblan las tierras que gobiernan, y olvidando en este punto a Heráclito y sus doctrinas. Y los partidarios del Emperador se regocijan y se frotan las manos, y se han convertido, a su vez, en fervientes defensores del procónsul, lo que en sí resulta significativo. Y así ocurre con el efervescente Angiportus, que es capaz de defender un argumento y su opuesto a lo largo de una misma conversación, manteniendo en todo momento un tono que parece indicar que incluso los asuntos más enrevesados resultan de fácil comprensión para él y que evoca los establecimientos de venta de vinos. Pero quizás convenga hablar de él más detalladamente en otro momento.

lunes, 26 de mayo de 2008

EL EQUILIBRIO DE ARZAIUS

El que fuera líder indiscutible de los sabinos, Abiectus Arzaius, no ha querido ocultar su admiración por los fanáticos asesinos sabinos que, como el propio Arzaius, aspiran a que el reino de los sabinos renazca de sus cenizas y se sacuda el yugo de la opresión romana, usando, a falta de mejores argumentos, la amenaza, la extorsión, y el asesinato contra todos los que no están de acuerdo con el proyecto. Y hay que decir que este prodigio al que los sabinos aspiran excede en mérito al que se atribuye al ave Fénix, ya que éste al menos tuvo que existir con carácter previo a su renacimiento, mientras que los sabinos aspiran a hacer revivir a un ente que sólo ha existido en su imaginación.

Y es este Arzaius hombre de gesto adusto y modales destemplados, y tiene una prominente mandíbula inferior que le da un aire agresivo al tiempo que le proporciona cierto parecido con el personaje infantil Popóculus el marino. Y es Arzaius hombre de amplios conocimientos al que se atribuye la invención de la técnica de la división del trabajo, mediante la cuál unos agitan el árbol y otros recogen las nueces, incrementando notablemente el rendimiento global de la tarea. Es, además, hombre observador y dotado de excelente memoria, y, aunque parezca difícil de creer, es capaz de decir el nombre del fabricante de las bracarum que llevan sus más íntimos colaboradores debajo de sus togas. También, aunque esto no es inmediatamente deducible de su apariencia, parece ser aficionado al ejercicio físico, y acaba de retar al procónsul a un partido de pelota sabina, que éste parece ansioso por aceptar.

Pero quizás la mayor aportación realizada por Abiectus Arzaius esté en el campo del pensamiento político, pues es uno de los creadores, posiblemente junto con Tulio Medem, de la doctrina de la aequidistantia, máxima expresión de la ecuanimidad, la ponderación y la tolerancia, según la cual en toda relación entre opuestos la virtud se sitúa en el punto medio. Y así por ejemplo en la relación entre un asesino y su víctima, Arzallus se sitúa a medio camino entre la espalda que recibe la cuchillada y la mano que la propina, entendiendo el dolor y la satisfacción que se producen por ambas partes. Y esta doctrina es seguida con entusiasmo por el actual líder de los sabinos.

miércoles, 21 de mayo de 2008

ALGO MÁS SOBRE LA MODA ROMANA

Ayer nos contaba Domina Cupa la conversación sobre modas mantenida entre el procónsul y su nuevo camarada de pelo ensortijado, en la que ambos debatían sobre la conveniencia de que la toga cayera a la derecha o a la izquierda, y se lamentaban de las dificultades que encontraban al intentar que cayera por el centro, ya que les tapaba los ojos e impedía su visión. Y toda esta imagen del procónsul y su nuevo amigo colocándose la toga a uno u otro lado del cuerpo resultaba muy perturbadora, ya que a lo largo del proceso quedaban, como se puede suponer, con las vergüenzas al aire.
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Y hay que decir que, en sus afanes de modernidad, el procónsul y su nuevo camarada tienen que tener en cuenta, sobre todo, que sus togas deben adaptarse a las modas de los samnitas y los sabinos. Y con respecto a la moda que rige entre los primeros, se dice son muy aficionados a envolverse en un lienzo que llaman “senyera”, y cuando hablan envueltos de este modo la conversación se hace muy difícil, porque cuando se les lleva la contraria alzan dramáticamente los brazos al cielo, se arañan las mejillas, se rasgan las togas y afirman que no se les esta contradiciendo a ellos sino atacando a todo el Samnio que ellos dicen representar, lo que resulta una escena muy vistosa de contemplar. En cuanto a los sabinos, la cosa se complica aún más, porque no sólo acostumbran también a hablar envueltos solemnemente en un lienzo similar, sino que además resulta muy difícil competir con ellos en cuestiones de moda, ya que son modernos desde hace 7000 años. Por el momento, nuestro Emperador ya ha adoptado la moda de las cejas a dos aguas impuesta por su Sumo Sacerdote, y no se descarta que el procónsul acabe perfilando las suyas de modo similar.
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En cuanto a este nuevo camarada del procónsul poco puedo decir de él, pero se comenta que no es raro verlo por el foro hablando solo y murmurando para sí una extraña letanía que dice “quiero ser procónsul en lugar del procónsul”

lunes, 19 de mayo de 2008

DE POLÍTICA Y TOGAS

Del mismo modo que las burbujas que afloran a la superficie delatan el rumbo del pez sumergido, los movimientos y declaraciones que sus más allegados venían realizando a lo largo de estas últimas semanas permitían augurar cuál era el camino subterráneo que el procónsul había emprendido, muy alejado del mantenido hasta ahora. Y hoy este pez ha decidido subir a la superficie y confirmar el rumbo presagiado, y ha afirmado con campechanía que en la vida hay que cambiar de vez en cuando, y que lo contrario no es normal. Y al hablar de este modo, el procónsul parecía sugerir que las posiciones que cada uno mantiene, no sólo pueden ser mudadas como si se tratara de togas, sino que, como ocurre con éstas, es recomendable hacerlo periódicamente para no impregnarlas de sudor con los esfuerzos. Y con esto el procónsul parece querer emular al Emperador, que tampoco encuentra que las convicciones sean más importantes que las togas, y cuyos súbditos aceptan con total naturalidad las mudanzas de su vestuario. Y hay que recordar que el procónsul no había conseguido ganar en los pasados comicios, pero sus seguidores habían encajado bien la derrota y habían manifestado su clara voluntad de segur luchando, pero parece que el procónsul, en su bondad, ha querido ahorrarles a ellos y a sí mismo tantos esfuerzos que ahora le parecen estériles. Y, de este modo, parece que el procónsul sigue afanosamente los pasos emprendidos por el Emperador, quizás con la voluntad de que a él también le sea reconocida algún día reconocida su divinidad. Pero hay muchos seguidores del procónsul, que encuentran muy singular esto de que las convicciones se ajusten a la moda, y que prefieren andar con las mismas convicciones, aunque estén sudadas por el esfuerzo, antes de cambiarlas por otras que no se ajustan nada bien a sus osamentas.
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p.s. Saludos a Domina Cupa, y espero que se recupere pronto de su estado febril.

miércoles, 14 de mayo de 2008

EL PROGRESSUS IMMACULATUS

Antes de seguir adelante con otros asuntos, creo que es conveniente dar una muy ligera explicación acerca de la religión del Emperador, pues de otro modo no es posible comprender plenamente las cosas que suceden en Roma. Y debo pedir disculpas al lector que se aventure a acompañarme, pues me aventuraré por caminos tortuosos y oscuros, muy difíciles de seguir para los no iniciados en dicha fe.
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El Progressus Immaculatus, la religión del Emperador, propugna superar la realidad, siempre engañosa, y alcanzar un estadio superior de la existencia mediante la contemplación de los Dogmas. Cada fiel que decide emprender este camino de iluminación se convierte en un gladiator progressum, lo que inmediatamente le confiere una superioridad moral e intelectual sobre todos aquellos que deciden permanecer en las tinieblas, y en especial frente a los daemonii retrogradii, que son, resumiendo, los seguidores del procónsul. Estos daemonii retrogradii son esencialmente malvados y sólo ven la realidad en tonos de color gris oscuro, en contraposición con los iniciados, que aspiran a un mundo en colores.
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La contemplación de los Dogmas sustituye al proceso intelectual, de modo que los fieles, liberados de la carga del razonamiento, pueden dedicar todas sus energías a alcanzar la Luz. Estos Dogmas son presentados mediante la doctrina llamada de la dialéctica, que consiste en la presentación de imágenes contrapuestas que muestran simultáneamente el camino del bien y del mal. Así por ejemplo el Dogma de la Paz consiste en un medallón en cuyo anverso aparece una paloma con un ramo de olivo en el pico, y cuyo reverso, llamado tenebroso, muestra a un seguidor del procónsul degollando a un persa. El Dogma del Cambio Climático, presenta en el anverso a un cervatillo atravesando un arco iris, y en el reverso tenebroso a un seguidor del procónsul hundiendo un barco cargado de óleo. El Dogma de la Alianza entre la Civilización y los Bárbaros muestra a un círculo de personas de distintos colores y atuendos con las manos entrelazadas y cantando alegremente por un lado, y a un daemonium pisando el cuello de un númida y quitándole la comida por el otro. El de la Igualdad, presenta por una de sus caras a un hombre y una mujer trabajando codo con codo, y por la otra a un seguidor del procónsul tirado en un triclinium al que su matrona le proporciona una cerveza*. Y el Dogma de la Tolerancia muestra en el anverso a dos gladiadores del mismo sexo besándose en ante la mirada benévola de un tercero, y en el reverso a un daemonium usando a esos mismos gladiadores para elaborar una antorcha.
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La contemplación de los Dogmas permite a los fieles saber inmediatamente cuál es el camino a seguir, y despierta inmediatamente su justa indignación contra los tenebrosos daemonii. Es cierto que esto presenta algunas contradicciones, y así por ejemplo resulta que el Dogma de la Paz mantiene a los fieles en constante beligerancia contra los seguidores del procónsul, pero esto resulta muy conveniente ya que los daemonii están permanentemente empeñados en entorpecer el camino de la Iluminación, y, en cualquier caso, el fulgor del Emperador se encarga de apagar las contradicciones y suplir con su luz la coherencia de los argumentos. Y con esta explicación doy por terminada esta aproximación al asunto.
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* Bebida recientemente importada de Germania
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p.s. Recién llegado de viaje más allá del Mare Nostrum, me he encontrado con que, como ilustración a este comentario, la Suma Sacerdotisa del ramo ha tenido la gentileza de mostrar el anverso del Dogma de la Igualdad, lo que públicamente agradezco.

lunes, 12 de mayo de 2008

LA SIBILA Y EL NÚMIDA LÚBRICO

Se cuenta estos días por el foro que la Sibila de Cumas ha venido muy enfadada del viaje que ha realizado por tierras de los númidas. Resulta que en el transcurso de dicho viaje la Sibila ha tenido que recibir a un orondo númida que disponía de varias mujeres para satisfacer sus necesidades, tanto domésticas como de las otras, y esto es algo que no está muy bien visto en Roma, donde hombres y mujeres gozan de igual respeto y consideración. Pero lo que ha perturbado profundamente la sensibilidad de la Sibila es que el númida estaba infringiendo uno de uno de los Dogmas de la religión imperial conocido por los adeptos como aequalitas númerus generis, o igual número de cada género, que consiste en que en toda institución debe haber un número igual de hombres que de mujeres. Sucede, sin embargo, que es habitual entre los númidas, gente de desaforados apetitos, tener cuantas mujeres quieran (o puedan), ya que para ellos las mujeres no están destinadas a desempeñar grandes tareas más allá de la satisfacción de las necesidades carnales de los hombres, la preparación de su condumio y el mantenimiento de sus atuendos en correcto estado de limpieza. Y dicen que hay algunas tribus en las que, con el fin de que las mujeres se concentren en estas tareas y no sean víctimas de distracciones innecesarias, los hechiceros las bendicen con la ablatio genitalis.

El caso es que la Sibila no podía increpar al númida como habría merecido, porque ocurre que uno de los pilares de la política del Emperador es la llamada Alianza de la Civilización y los Bárbaros, según la cuál todas las normas y costumbres de los pueblos son igual de buenas y saludables, sean las de Roma o las de los salvajes necrófagos, y según esto, si los númidas tienen poca consideración por las mujeres sus razones tendrán. Y esta Alianza merece un comentario, o varios, aparte, lo que pasaré a hacer en los próximos días.
p.s. Felicidades a Tulia Germánica en su anniversarium.

viernes, 9 de mayo de 2008

EL HECHIZO DEL ECÓNOMO

Finalmente Petrus, el ecónomo del Emperador, ha admitido que la escasez amenaza las arcas de Roma. Lo cierto es que el procónsul venía advirtiendo sobre ello desde los pasados comicios, y el Emperador se enfadaba con él y lo llamaba antipatriota, pero en cambio ahora no parece que ponga en duda el amor a Roma de su ecónomo. Y es que en estos tiempos las palabras cambian de significado según quien sea quien las utilice. Porque hoy mismo Máximo Mendácitor, responsable de la seguridad del Emperador, ha recomendado prevención contra el continuo goteo de bárbaros que se filtra a lo largo del limes, siendo sus palabras recibidas como un ejemplo de gran cordura y sabiduría, pero olvidando que cuando el procónsul hizo lo mismo hace pocas semanas fue puesto de vuelta y media.

En cualquier caso ahora el ecónomo se encuentra con serios problemas para manejar el erario de Roma. Porque ocurre que el Emperador es muy aficionado a usar el tesoro para ganarse el cariño de sus súbditos, especialmente el de los samnitas y sabinos, de modo que el ecónomo se ve obligado a pagar sin descanso, y es por eso por lo que es conocido como Petrus Solvens. Y este ecónomo goza de una gran reputación como gestor del tesoro, a pesar de que la última vez que tuvo a su cargo el de Roma dejó exhaustas sus arcas. Pero ocurre que los que se enfrentan con él encuentran muy difícil responder a sus argumentos, y se quedan como encantados mientras el ecónomo habla. Y hay quien opina que la explicación se encuentra en que el ecónomo es, además, un poderoso hechicero y que, cada vez que se pone a hablar sobre sextercios, emplea un tono monocorde, que es como una salmodia que va desgranando un sortilegio que cautiva a su oyente y anula su voluntad y aún su consciencia. Y esto debe de ser cierto, porque cualquiera puede observar que en cuanto el ecónomo comienza a hablar los rostros experimentan una transformación que consiste en que las cejas se alzan como intentando infructuosamente detener a los párpados que irremediablemente van descendiendo, mientras que la mandíbula inferior se va descolgando progresivamente. Y cuando el ecónomo deja de hablar parece que el sortilegio cesa, ya que es frecuente ver como el oyente experimenta un sobresalto y es incapaz de recordar las palabras que el ecónomo ha empleado, con lo que su facultad de argumentar queda muy mermada. Y esto es lo que, según dicen, ha permitido mantener hasta ahora el prestigio del ecónomo, a pesar de que las evidencias no parecen confirmarlo.

jueves, 8 de mayo de 2008

LOS SABINOS Y ESCULAPIO

Se comenta con perplejidad estos días por el foro el método con el que los sabinos escogen a sus médicos. Pues parece ser que a los sabinos no les importa si estos médicos están versados en las enseñanzas de Galeno o se conocen de corrido el Corpus Hipocráticum, sino que lo único que les interesa es que dominen la lengua sabina. Y esto resulta singular, pues cabría pensar que es más importante saber detectar rápidamente dolencias y enfermedades que el nombre que éstas tienen en sabino, e igualmente que es más importante dominar técnicas de curación que saber cómo son llamadas en esa lengua. Y así, continuando con los ejemplos, podría pensarse que si se necesitara una trepanación lo más importante sería tener a mano un médico hábil en esos métodos, pero ante esto los sabinos se ríen y afirman que nadie puede dar a ellos lecciones en el arte de las trepanaciones, y aún de las lobotomías colectivas.

Y hay quien opina que para los sabinos, como los samnitas, la lengua es la principal herramienta que usan para diferenciarse del resto de los romanos, y que tienen el propósito de acabar creando tales diferencias que la separación de Roma acabe viéndose como la única alternativa natural. Y en esto cuentan con la complicidad del Emperador, para quien Roma es un concepto que se discute y debe ser discutido, y a quien le parece mucho más acorde con la modernidad de los tiempos dividir a Roma en partes y que luego éstas firmen un foedus asimétricus. Y ya se ha empezado a recorrer el camino en esa dirección, y los samnitas aprobaron recientemente un estatuto que, en opinión de algunos, viola descaradamente lo establecido en la Ley de las XII Tablas, máxima ley de Roma. Pero ya se comenta que la jurista encargada de defender esta norma, que pertenece a la gens Emilia y es de nombre Domus, está dispuesta a mirar a otra parte y dar por bueno lo aprobado por los samnitas. Y el procónsul, que antes se oponía tenazmente a este proceso de desintegración parece que poco a poco empieza a mirarlo con simpatía.

martes, 6 de mayo de 2008

LA VIEJA GUARDIA DEL PROCÓNSUL

Es noticia en estos días que el procónsul ha comenzado a licenciar a sus viejos generales, veteranos de mil campañas. Y alguno, como el valiente y clarividente Aurícula Maioris refunfuña ante esa medida del procónsul al entender que prescindir de ellos supone un desperdicio de capacidad, pues lo cierto es que estos generales no son de ningún modo viejos y están en esa edad en la que aúnan la sabiduría acumulada a lo largo de los años con la plenitud de sus facultades. Pero se aduce que estos generales, si bien es cierto que son valientes y leales, no están ganando las últimas batallas, por lo que no deben seguir al mando de las tropas. Pero ocurre que los nuevos mandos del procónsul, los que parecen destinados a sustituir a los viejos generales, no parecen ser mejores estrategas, más bravos o más combativos, sino más simpáticos. Y así parece que el procónsul podría haber llegado a la conclusión de que, dado que el adversario es fuerte, lo mejor para evitar las continuas derrotas es rendirse y unirse a él. Y esto no gusta a muchos partidarios del procónsul, que argumentan que no se trata meramente de ganar o perder como si se tratase de una carrera de aurigas en el hipódromo, sino de las posiciones que se defienden en la batalla, y por eso lo importante es que la causa defendida sea justa y, a partir de ahí, intentar ganar. Y añaden los que esto dicen que, por otra parte, si lo único decisivo fuera ganar o perder batallas el primero que tendría que ser licenciado en la derrota sería el jefe de todos los generales, es decir, el procónsul.

Y así podría resumirse que el motivo de los licenciamientos señalados está en que, si bien los generales no están viejos, sí que tienen algunas partes de sus cuerpos claramente anquilosadas, y así por ejemplo las comisuras de sus labios carecen de la elasticidad requerida para sonreír con la simpatía requerida por el procónsul. Y además sus huesos tienen ya una rigidez que les imposibilita adoptar nuevas posturas, y por eso el procónsul se ha rodeado de nuevos colaboradores cuyas articulaciones parecen notablemente flexibles, y cuyos esqueletos son, a lo sumo, cartílagos, y este parece ser el caso de la sacerdotisa Soraya, nueva mano derecha del procónsul. Y lo cierto es que con todos estos cambios, y a pesar de tanto derroche de simpatía o precisamente a causa del mismo, muchos seguidores del procónsul comienzan a ver el futuro tan oscuro como si se encontraran permanentemente dentro de una catacumba, y muchos de ellos comienzan a pensar que en estos momentos la única luz que puede verse al final del negro túnel es Rosa.

domingo, 4 de mayo de 2008

EL FULGOR DEL EMPERADOR

Incluso sus más acérrimos detractores se ven obligados a admitir que el Emperador es una fuente de inspiración tan poderosa para sus adeptos que es capaz de iluminar el entendimiento de éstos, y de insuflarles una virtud y una energía tal que los hace capaces de emprender empresas sobrehumanas que parecerían por completo inasequibles a sus naturales facultades. Este es el caso de los actores, cómicos, caricatos y demás participantes en ludes escénicos que, a pesar de haber sido en su mayoría incapaces de leer un solo pergamino a lo largo de sus vidas, se han declarado portadores del saber y guardianes de la cultura, y llevan desde entonces desempeñando esa colosal tarea con una dedicación ejemplar. Y esto no quiere decir que desde ese momento se hayan consagrado al estudio, pero la inspiración divina suple con creces esta carencia, y el Emperador premia generosamente tal abnegación por su parte y dedica cuantiosos fondos del erario a financiar sus espectáculos. En otros casos, la virtud del Emperador lleva a sus fieles a la realización de sorprendentes proezas físicas. Este es el caso de los zerolotas, que afirman alcanzar el éxtasis, y aún en repetidas ocasiones, ante la mera contemplación del Emperador, y es por eso que los otros fieles se apresuran a retirarse prudentemente cuando Emperador y zerolotas coinciden en un mismo recinto.

Pero el caso más admirable de inspiración divina es el del rapsoda favorito del Emperador. Este rapsoda había desarrollado un método de escritura consistente en redactar frases por completo inconexas entre sí, trasladarlas a un pergamino y esperar que el lector atribuyera un significado al conjunto. Y quienes habían tenido ocasión de leer sus composiciones afirmaban que habría sido incapaz de escribir correctamente aunque la misma Calíope entrara en su cubículo y le dirigiera personalmente la mano. Y por eso lo llamaban burlonamente Assurancetourix, en alusión a un famoso bardo de la Armorica conocido por su completa incapacidad para el arte, y ese nombre acabó deviniendo sin saberse cómo en Susodetorix, que es como es conocido actualmente. Y así malvivía este rapsoda hasta que su mirada se posó en el Emperador, por entonces un oscuro funcionario, y en ese momento su espíritu se inundó de su luz, y se vio capaz de emprender trabajos titánicos. Y un día una galera cargada de óleo embarrancó en el norte de Roma poniendo perdida la costa, y el rapsoda se encargó de organizar tumultos y motines contra Josué al aznarita, que por entonces dirigía los designios de Roma, a pesar de que éste no era armador ni capitán del buque, ni había tenido nada que ver con el asunto, y estas revueltas fueron la primera llama que encendió el fuego en que finalmente acabaría sucumbiendo. Y entonces, aún arrebatado por la visión del Emperador, y trascendiendo su natural incapacidad, el rapsoda se lanzó a escribir su más bella hagiografía. Y muchos decían que era imposible leerla sin que las lágrimas aflorasen a los ojos del lector, aunque no especificaban por qué motivo. Y finalmente sucedió que buenos escribas se decidieron a realizar brillantes exégesis sobre esta obra, y así se obro finalmente este prodigio: que el ingenio acabó floreciendo sobre el campo más yermo que jamás habían contemplado las épocas.

viernes, 2 de mayo de 2008

LA DIVINIDAD DEL EMPERADOR

Desde que el Emperador surgió a la luz en Roma siendo todavía un oscuro funcionario del senado, sus seguidores supieron enseguida que era el Portador de los Sagrados Valores del Progreso. Y por eso lo seguían sin dudar, porque sabían que allí donde el Emperador se encontraba, allí estaba la justicia, la paz, la igualdad de género y la democracia en cualquiera de sus esencias. Y al señalar con su mera presencia el foco desde donde irradiaban todos estos Sagrados Valores, ocurrió que sus seguidores comenzaron a abandonar la senda del estudio y el pensamiento para alcanzarlos, y la sustituyeron por la absorta contemplación del Emperador, lo que les simplificó mucho las cosas. Pero ocurría que el Emperador mudaba con frecuencia de opinión, con lo que su posición variaba y con ella los Sagrados Valores. Y sus seguidores se desconcertaban, porque no les acababa de encajar que los Sagrados Valores estuvieran dotados de tanta movilidad. Y sucedió además que el Emperador se aficionó a decir una cosa mientras hacía otra, que con frecuencia era la contraria de la que decía que hacía. Y así ocurría a menudo que sus seguidores se postraban con veneración ante posiciones que su Emperador había abandonado subrepticiamente hacía tiempo. Y cuando se daban cuenta tenían que pasar a postrarse ante las posiciones contrarias, y todo ello pretendiendo que jamás habían mudado de lugar. Y es por eso que comenzaron a desconfiar de su memoria, que se empeñaba en decirles lo que ellos sabían que era imposible que hubiera ocurrido, y así dejaron de utilizarla. Y empeoraba la situación el hecho de que los seguidores del procónsul, como eran descreídos y poco predispuestos por naturaleza a gozar de la serena contemplación del Emperador, se obstinaban en mantenerse siempre en una misma posición, incapaces de entender que el mundo variaba con los movimientos del Emperador. Y así los seguidores del procónsul, al mantenerse tercamente en sus posiciones, se convertían en la memoria de la que los seguidores del Emperador habían decidido prescindir, por lo que éstos decidieron prescindir de igual modo de los seguidores del procónsul. Y así los encerraron dentro de lo que llamaron un cordón sanitario, y desde allí los suministraban a los leones del Coloseo. Y como así estaban las cosas el Emperador decidió, en bien de Roma, que la situación fuera consolidada mediante las leyes, y así fue reconocida oficialmente su divinidad. Y ahora es sabido que en sus frecuentes estancias en las catacumbas, donde se veía obligado periódicamente a refugiarse para evitar ser pasto de las fieras, el procónsul Mariano observaba todo esto y se admiraba de la sabiduría del Emperador, pero de eso hablaremos otro día.